martes, 30 de mayo de 2017

¿La Testigo? (I)

- Tranquila señora, ya puede salir detrás del contenedor. Ahora cuénteme lo que vio. -Yo... Yo estaba... En la calle... En la parada de metro... Cuando oí un disparo... Entonces... Al girarme me percaté de que un hombre estaba corriendo...Creo que... Era alto. No era... Bajo, sí, eso, bajo. ¿Entiende? -¿Quiere un poco de agua? ¿Una manta? ¿Qué más me puede relatar? -Tenía el pelo largo, recogido en una trenza,llevaba barba descuidada. Anda...ba, anda...ba, descal...zo,no puedo seguir. - Tranquil, está a salvo. - Cuando salía del metro, con la idea de que ya había terminado, me aga...rró por el pelo y puso.... de escudo... Para que alguien no le alcanzase... -¿Sabe cómo era el otro hombre? -NO... Estoy casi segura... Se escondía detrás de un coche aparcado... -Tranquila, está conmigo. -Yo ... Salía... -Tranquila, ¿dónde estaba aparcado el coche que estaba aparcado? -Lo siento - No se preocupe, ya se puede ir, tenga, mi tarjeta, si recuerda algo, llámeme

martes, 23 de mayo de 2017

Hola
Buenos días

Las Dos fobias de mi marido

Mi marido Antonio tuvo dos fobias desde que tenía ocho años:Miedo al mar y a las alturas. La primera comenzó, cuando vio uno de los capítulos de la televisiva serie de los Socorristas; al terminar el capítulo, tomó la decisión de que nunca se metería en el mar, no fuese que él, le sucediese lo mismo. Al comienzo de las vacaciones de verano, bajó casi corriendo las escaleras que separaba el jardín de la piscina. Al llegar se introdujo de golpe y porrazo en la refrescante agua. En la segunda quincena del mes de agosto, fueron a la casa de la adorable tía Berengaria; como siempre,después de dejar los bártulos, se pusieron los bañadores. Metieron en la bolsa de la playa: las toallas de baño, la pala, el cubo para hacer los asombrosos y gigantescos castillos de arena y la famosa sombrilla de la buena suerte. En este caso no tan buena, porque al ver que su hijo no se metía en el agua, le preguntó porqué no se metía, le respondió que había visto en una serie que un hombre se había ahogado debido a que una ola, le había atrapado. Su madre, le sentó en las rodillas, le acarició el pelo y le tranquilizó, asegurándole que eso solo pasaba en las películas; que eso raramente ocurría en la realidad; aún así, transcurrió toda la quincena, sin que pusiese un pie en el agua. A los nueve años, cuando la madre más tranquila, porque parecía que su hijo se había olvidado del tema; una vecina le relató que un hermano suyo,se había metido en el mar, el muy tonto, lo hizo cuando había un fuerte oleaje, como cabría esperar, las aguas se revolvieron contra él. Al escucharlo a través de una pequeña rendija que su madre había dejado abierta, mientras atendía la visita de los martes, que era el día que su madre no iba al mercado. En la semana santa sus padres fueron a visitar a la tía Berengaria, aprovechando las terribles temperaturas de Atocha, que más parecía de verano que de primavera. Su madre al percatarse de que su hijo no lo hacía de nuevo, su madre comenzó la cruel batalla para que se metiese en el agua, le preguntó que le ocurría. Le contó que el martes, que no se sentía bien del estómago, se levantó para ir al cuarto de baño y pasó por delante de la cocina,al ver a Sagrario iba a entrar a saludarla, pero cambió de opinión, cuando escuché la aterradora noticia, no solo no quiso entrar, sino que acogió con más fervor la idea de no meterse de nuevo. Como esperaba, la sanguinaria batalla había comenzado, pero después de varias horas; de que su padre le diese la razón a su madre. No hubo manera de que lo hiciese. Llevando varios años saliendo, me preguntó si quería que fuésemos de vacaciones, le respondí que por supuesto, le comenté que quería ir a la playa, no puso ningún reparo, pero no quiso meterse en el agua; ni siquiera cuando tuvimos hijos, hubo manera. La segunda comenzó, al ver la retransmisión de la Vuelta Ciclista, cuando ascendían por la montaña, le entró miedo de observarlo, desde entonces, no hubo manera de hacerle entender, que no pasaba nada, como comprobaba, los ciclistas, llegaban sanos y salvos, pero no lo satisfizo. Pero él insistió en que nunca subiría para que no le ocurriese a él; le he animado a que subiese por una rampa, o escalar una montaña, pero en cuanto tiene un poco de pendiente, se pone lívido como las paredes, o bien se desmaya. Ahora podemos ir donde queramos, porque mi marido, sin pedírselo, me hizo el regalo más bonito, ir al psicólogo para que le ayudase a superar las fobias. Cuando llegó San Valentín, mi marido me tendió dos billetes de avión a Palma de Mallorca. con su tono más cariñoso y más dulce, me dijo,¡feliz día Palma de Mallorca!No entendí el significado, me explicó que en verano, se irían los dos solos a Palma de Mallorca; que el hotel estaba en un acantilado y que bajarían a la playa por una escalera de piedra. Le recriminé, ya que no me apetecía que me echase a perder las vacaciones, el me aseguró que había ido a un profesional para darme esta gratificante sorpresa. Desde ese ejemplar día, todos los veranos, veraneamos en la playa, siempre estaré orgullosa de que mi marido, tomase esa sabía decisión.

martes, 9 de mayo de 2017

El Molino

A mis ochenta años mi molino era y es mi fuente de vida, mi mundo, donde entraba. Después de la cosecha entraba; me dormía a veces, en ese camastro tan duro, otras tan confortables, con esas formas tan deliciosas, esos sabores que te atrapaban, uno nunca se sentía solo. Mi esposa me regañaba si pernoctaba; mi hijo por el contrario me alababa; aseguraba que me sentaba mejor, tenía buen aspecto, esas paredes saludables, hacía que irradiase, salud plena.

lunes, 1 de mayo de 2017

¿Quienes eran?

En la cocina de la Casa Real, un hombre con aspecto siniestro, apagó la chimenea, la anciana cocinera, al verle, con solo con la mirada, le respondió. -A ti que te importa Ella se retiró; los soldados aparecieron, pero allí se encontraba una mujer y su hijo, al cual estaba amamantando. Detrás, apareció el hombre y se marchó. Según salían la madre con su hijo envuelto en una toquilla, los soldados la miraban con desprecio. El sol, que ya no era amigo de nadie, no permitía, que nadie revelase, lo que había. En un instante, brotó un alarido, no se sabía si era de dolor o no. La mujer con el niño emergieron como el río, rápido, sin aviso y claro.
Para todos los que trabajáis ¡ feliz día del trabajo! para los que no, ánimo en la lucha del trabajo