Lurdes, de diecisiete años, estaba con sus amigas, esperando en la fila de la discoteca. Luis, se acercó a ella, en lugar de entrar, se fueron a un bar, charlaron tanto, que sentían que estaban unidos.
Comenzaron a salir, al cumplir los veinte, Luis y Lurdes, se fueron a vivir juntos.
Ahora, con sus treinta años y con el día de San Valentín, suenan las campanas del amor.
Un amor como muy pocos tan duraderos, que podría decirse como los cuentos: fueron felices y comieron tarta y en su boda, muchos fuegos artificiales y muchas velas, con piano y violines
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