miércoles, 29 de noviembre de 2017

III

Esa misma noche, preparó las chuletas, para los próximos exámenes. A los dos meses, los padres de Matthew, le volvieron a castigar sin paga y sin móvil. Como el suyo se lo habían confiscado y el que había robado se le había roto, preparó el siguiente robo. Decidido, buscó a otro chico de unos veinte años o treinta años; pero todos los que seguía no merecían ni tampoco las chicas. Al final, no le quedó más remedio que meterse en un piso de un hombre de cuarenta años. Lo había seleccionado, porque vivía solo, no era corpulento, no tenía ninguna alarma y podía llevarse el móvil con suma facilidad. Para no levantar sospechas, apuntó todo, en una pequeña libreta y regresó a casa. Al llegar, se puso a estudiar para el próximo examen. A la semana siguiente, aprobó el examen, pero sus padres, que no estaban convencidos, le permitieron, unos minutos utilizar el ordenador. El viernes de la semana siguiente, sus padres le obligaron a que se quedase a estudiar, para el examen del martes de biología. Para cerciorarse, se quedaron ellos en casa. El sábado, se vistió sigilosamente muy temprano, llevando como el primer golpe; cerró la puerta de su habitación con mucha precaución, sacó el juego de llaves, que tenía de reserva; abrió la puerta de entrada. Aprovechando que era muy temprano y que sus padres estaban durmiendo, se fue al lugar.

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