viernes, 24 de noviembre de 2017

Un Nuevo Ladrón

Por la noche, oí un susurro, al lado de mi cama, con miedo, encendí la luz de la mesilla de noche, mientras sudaba, y eso que era invierno y no tenía la calefacción muy alta. Me calcé las zapatillas de flores y me puse una bata rosa, que raramente me ponía, ya que no era friolera. Al dejar la habitación con la luz encendida, me encaminé a mis veinte años, a la vieja cocina de bombona; en la cual mis abuelos habían estado sentados en la mesa de madera plegable, tomando el café recién hecho de la cafetera de metal, que ponía en el fogón de hierro y que encendía, con las cerillas. Al encender la luz que siempre parpadeaba del estrecho y oscuro pasillo, no sucedió nada. En la minúscula cocina tampoco había nadie. Dejando las tres luces encendidas. Me dirigí con la sartén al servicio, aunque dudaba que alguien se pudiese esconder nadie. Cómo cabría esperar, no había nadie. En el salón me encontré una mano encima de mi reposabrazos del sillón orejero con estampados florales. Me dirigí esta vez con los pies descalzos hasta la entrada, pero la persona estaba detrás de mí y colocó un cuchillo en el cuello. Me obligó a que le diese el dinero, pero no satisfecho, me robó el smartphon y se llevó mi portátil. Me clavó un puñal en la pierna; permitiendo que me desangrase y sin quitarse la careta que llevaba.

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