Llevo ocho años como detective privado, pensaba que lo había
visto todo hasta que, un día un hombre de cuarenta años, me contrata porque oye
rumores de que su mujer le es infiel.
A los pocos días de ser contratado, viene a mi oficina; me
dice que han robado en su casa. Yo, por mi parte le digo que no se preocupe,
que aunque no esté contratado para eso que lo investigaré. Él se va muy
relajado a su casa. Llega la noche y ve que la mujer no se regresa a casa,
empieza a preocuparse, cuando iba a irse al salón, oye las carcajadas de
su mujer y escucha que le dice a otra
persona.
-Pero ¿estás completamente segura de que quieres hacerlo?-
Preguntó el ladrón.
-Claro, los dos queremos vivir como reyes, ¿no? Si tú no
quieres al menos yo si- Respondió Rosana.
El pobre marido se fue porque no quería seguir escuchando y
se esconde en el armario. Después de que su mujer hubo subido las escaleras;
miró en su bolso y se encontró un zipo
que tenía la inicial m. Subió las escaleras corriendo. Le preguntó de quien era
el mechero. Ella contestó que no sabía.
A la mañana siguiente alrededor de las ocho de la mañana,
suena el teléfono.
-Sabes que no puedes llamar al fijo.
-Es muy importante.
- Ahora no puedo hablar, va a entrar en la cocina mi marido.
Estaban tan absortos discutiendo que no se dieron cuenta que
les estaban fotografiando desde la ventana un hombre fornido.
A la mañana siguiente muy temprano Javier recibió una
llamada del detective.
-Buenos días ¿Qué ocurre?
- Siento haberte despertado, pero es que tengo noticias.- Dijo el detective.
- ¿Cuáles son?
-Tu mujer tiene una aventura con el ladrón.- Le respondió el
detective.
- Pero no lo entiendo, nos roban y ella se lo agradece
teniendo una aventura.
-Veras, es muy simple la situación, tu mujer está detrás de
todo esto.
Cuando cuelga; coge las llaves del coche Javier y fue en
busca de su mujer para pedirle el divorcio; pero cual fue su sorpresa, cuando
la encontró a su mujer muerta en el piso de su amante.
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