jueves, 7 de febrero de 2013

La Gran Depresión (I)



LA GRAN DEPRESIÓN             O LA GRAN TRISTEZA



Era una fantasmagórica noche de Hallowen,  todas las calles del pueblo cerca de Yorshire estaban abarrotadas de niños , los más pequeños les acompañaban sus padres, también disfrazados; algunos iban acompañados por sus hermanos mayores.Más tarde habría fiestas en las casas para los adultos; otros por el contrario se dedicarían a contar historias de misterio en sus casas con los amigos; o los padres a los hijos;  en el porche de sus casas las calabazas para los futuros visitantes.                                                                                                                                                                                                                                   
 Cuando un grupo de adolescentes, se sentó en el cementerio de una antiquísima  abadía  Benedictina, que es la más grande de Inglaterra y que fundada en 1.055; sin embargo, fue destruida por el fuego y se volvió a reconstruir en 1.255.  El rey  Enrique  VIII mandó cerrar la abadía.
Eran unos monjes mundanos y se marcharon de la abadía.
Con la luz de la sombra de la luna llena, reflejándose en los troncos de los árboles , con niebla, Henry,  helado hasta los huesos por el frío suelo del cementerio; se intentó subir la cremallera de su viejo  plumas  negro, pero se dio cuenta de que estaba rota. Sin embargo se pudo poner en su dorada cabellera un gorro de sierra de punto y ponerse los guantes.
-          Bueno, a ver ¿ Quién quiere contar el primer relato?- Preguntó Henry.- Que no sabía si levantarse o quedarse sentado, decidió no hacerlo, sino estar como estaba.
-Yo, - Dijo Michael.-Frotándose las manos, porque no tenía guantes. Sacando de su bolsillo el gorro de lana  que tenía en el bolsillo derecho del abrigo; poniéndoselo en el castaño claro de su melena, soltándosela en el acto.
-          Que raro, tú siempre estás muy callado.- Pensó John. No lo dijo, sino que se calló sus propias meditaciones.
De  pronto, una ráfaga de aire, empezó  a mover las ramas secas de los árboles, de repente igual que había empezado disminuyó hasta a amainar.

-          Pues la mía os va a gustar más, es más, debería empezar yo.-Comentó  Jeremy muy risueño, le apetecía empezar el primero. Con su flequillo negro como el carbón, tan largo y tan fino que si hubiera sido verde o amarillo hubiera parecido una hoja que se hubiera introducido en los ojos marrones.

En ese preciso instante, oyeron  pisadas detrás de ellos,  Jeremy dice a los demás que va a ir al camino de la derecha porque cree que procede el ruido de allí. Los demás que también están muy asustados se dirigen allí. Cuando llegan no ven a nadie, más tranquilos regresan a donde estaban antes, se sientan.

-Si estás tan seguro empieza que es muy raro en ti.- Le dijo con sorna Lois.-Mostrando una sonrisa de oreja a oreja.

- Os voy a contar una historia como se la contaron a mi hermana.- Dijo Jeremy.
Éramos unos recién casados cuando fuimos cerca de la frontera de Inglaterra con el coche; mientras mi marido conducía, me maraville de un precioso  paisaje y un castillo, como hacía un bonito día de primavera e íbamos a llegar muy pronto al hotel, le comenté a mi marido el parar. Según nos íbamos acercando, nos dimos cuenta que el castillo estaba abandonado, el  acceso era un poco inaccesible, porque había muchas piedras. Como teníamos un cuatro por cuatro nos metimos por un camino de piedras y arena, para aparcar fue muy difícil porque todo era muy pedregoso, empujamos la verja que chirriaba,  estaba todo muy abandonado según pudimos descubrir, al abrir la magnífica puerta que fue recién construida; le faltaba aceite .Subimos las escaleras de la entrada principal,el salón era muy grande, la cocina también estaba bastante estropeada, la biblioteca no se encontraba en mal estado, en el lado derecho vimos un salón de baile,ahí alguien había perdido una peineta de diamantes; se notaba porque tenía una grada para los músicos. Giramos a la derecha, vimos unas escaleras  bajamos por ellas, nos encontramos a la derecha una sala de torturas, con jaulas, un potro, un sarcófago con pinchos; de momento era lo único  que estaba bastante bien conservada respecto a las demás estancias de la casa.
-          Me parece muy raro,  que haya una sala de tortura y que esté en tan buen estado, es bastante escalofriante. – Dijo Diego.
-          A mi también me parece bastante tenebroso, solo de pensar lo que harían….

Escucharon a sus espaldas, aterrorizados, miraron hacia atrás,  pero no mejoró la situación al ver a un hombre de mediana edad, calvo y cojo, bien trajeado, nos condujo a la salida; nos dimos cuenta que tenía mucha prisa, por lo tanto antes de que nos cerrase la puerta le preguntamos que si estaba en venta nos respondió que sí, pero que costaba demasiado para nosotros. Viendo la cara de enfadados que teníamos, se disculpó, dijo que si la queríamos  nos la vendería, además, sin que nosotros se lo pidiésemos nos dijo que  si queríamos quedaríamos mañana para enseñarnósla.

continuará...... 



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