LA GRAN DEPRESIÓN O LA GRAN TRISTEZA
Era una fantasmagórica
noche de Hallowen, todas las calles del
pueblo cerca de Yorshire estaban abarrotadas de niños , los más pequeños les
acompañaban sus padres, también disfrazados; algunos iban acompañados por sus
hermanos mayores.Más tarde habría fiestas en las casas para los adultos; otros
por el contrario se dedicarían a contar historias de misterio en sus casas con
los amigos; o los padres a los hijos; en
el porche de sus casas las calabazas para los futuros visitantes.
Cuando un grupo de adolescentes, se sentó en
el cementerio de una antiquísima abadía Benedictina, que es la más grande de
Inglaterra y que fundada en 1.055; sin embargo, fue destruida por el fuego y se
volvió a reconstruir en 1.255. El rey Enrique VIII mandó cerrar la abadía.
Eran unos monjes mundanos
y se marcharon de la abadía.
Con la luz de la sombra
de la luna llena, reflejándose en los troncos de los árboles , con niebla,
Henry, helado hasta los huesos por el
frío suelo del cementerio; se intentó subir la cremallera de su viejo plumas negro, pero se dio cuenta de que estaba rota.
Sin embargo se pudo poner en su dorada cabellera un gorro de sierra de punto y
ponerse los guantes.
-
Bueno, a ver
¿ Quién quiere contar el primer relato?- Preguntó Henry.- Que no sabía si
levantarse o quedarse sentado, decidió no hacerlo, sino estar como estaba.
-Yo, - Dijo Michael.-Frotándose las manos, porque no tenía guantes. Sacando
de su bolsillo el gorro de lana que
tenía en el bolsillo derecho del abrigo; poniéndoselo en el castaño claro de su
melena, soltándosela en el acto.
-
Que raro, tú siempre
estás muy callado.- Pensó John. No lo dijo, sino que se calló sus propias
meditaciones.
De pronto, una ráfaga de aire, empezó a mover las ramas secas de los árboles, de
repente igual que había empezado disminuyó hasta a amainar.
-
Pues la mía
os va a gustar más, es más, debería empezar yo.-Comentó Jeremy muy risueño, le apetecía empezar el
primero. Con su flequillo negro como el carbón, tan largo y tan fino que si
hubiera sido verde o amarillo hubiera parecido una hoja que se hubiera
introducido en los ojos marrones.
En ese
preciso instante, oyeron pisadas detrás
de ellos, Jeremy dice a los demás que va
a ir al camino de la derecha porque cree que procede el ruido de allí. Los
demás que también están muy asustados se dirigen allí. Cuando llegan no ven a
nadie, más tranquilos regresan a donde estaban antes, se sientan.
-Si estás
tan seguro empieza que es muy raro en ti.- Le dijo con sorna Lois.-Mostrando
una sonrisa de oreja a oreja.
- Os voy a
contar una historia como se la contaron a mi hermana.- Dijo Jeremy.
Éramos unos recién
casados cuando fuimos cerca de la frontera de Inglaterra con el coche; mientras mi marido conducía, me maraville
de un precioso paisaje y un castillo,
como hacía un bonito día de primavera e íbamos a llegar muy pronto al hotel, le
comenté a mi marido el parar. Según nos íbamos acercando, nos dimos cuenta que
el castillo estaba abandonado, el acceso
era un poco inaccesible, porque había muchas piedras. Como teníamos un cuatro
por cuatro nos metimos por un camino de piedras y arena, para aparcar fue muy
difícil porque todo era muy pedregoso, empujamos la verja que chirriaba, estaba todo muy abandonado según pudimos
descubrir, al abrir la magnífica puerta que fue recién construida; le faltaba
aceite .Subimos las escaleras de la entrada principal,el salón era muy grande,
la cocina también estaba bastante estropeada, la biblioteca no se encontraba en
mal estado, en el lado derecho vimos un salón de baile,ahí alguien había
perdido una peineta de diamantes; se notaba porque tenía una grada para los
músicos. Giramos a la derecha, vimos unas escaleras bajamos por ellas, nos encontramos a la
derecha una sala de torturas, con jaulas, un potro, un sarcófago con pinchos;
de momento era lo único que estaba bastante
bien conservada respecto a las demás estancias de la casa.
-
Me parece muy raro, que haya una sala de tortura y que esté en
tan buen estado, es bastante escalofriante. – Dijo Diego.
-
A mi también me parece bastante tenebroso, solo de
pensar lo que harían….
Escucharon a sus espaldas, aterrorizados, miraron
hacia atrás, pero no mejoró la situación
al ver a un hombre de mediana edad, calvo y cojo, bien trajeado, nos condujo a
la salida; nos dimos cuenta que tenía mucha prisa, por lo tanto antes de que
nos cerrase la puerta le preguntamos que si estaba en venta nos respondió que
sí, pero que costaba demasiado para nosotros. Viendo la cara de enfadados que
teníamos, se disculpó, dijo que si la queríamos
nos la vendería, además, sin que nosotros se lo pidiésemos nos dijo que si queríamos quedaríamos mañana para
enseñarnósla.
continuará......
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