Salieron de la cueva por segunda vez, anduvieron
por el camino izquierdo, sacaron primero los mosquetones, Sara se puso el suyo
y Diego el suyo; después sacaron las cuerdas de escalada, Sara se quedó abajo,
Diego se metió la cuerda dentro del mosquetón y Diego fue escalando por la
empinadas rocas hasta un metro, Sara, le iba dando cuerda cuando el se lo
pedía. Después de darle bastante cuerda durante una hora más o menos, Diego
puso el pie en la última roca y puso después el pie en una zona que estaba
llana. Le tiró la cuerda y le dio una voz para que escalase ella. Las rocas
eran muy fáciles de subir, porque tenían unas hendiduras que permitían
agarrarse con facilidad al principio, sin embargo, según iban subiendo empezaba
a ser más difícil el agarrarse, después de la hora; llegó hasta donde estaba su
marido, entonces se quitaron la cuerda del mosquetón y bordearon la montaña con
mucho cuidado y pegado a la pared. Sin embargo, próximos a la cueva se dieron
cuenta de que no podían a entrar a un cementerio, porque había una manada de
lobos tapando la entrada, esperaron un poco, por fin tuvieron suerte y se alejaron, cuando parecía que se habían alejado para cazar y
pudieron acercarse, entonces el más cercano a ellos se puso en el medio, pero
como aún así tenían bastante margen entraron muy pegados por la parte izquierda,
mientras entraban se preguntaron como había un cementerio tan lejos de una
iglesia, como habían podido excavar, porqué no había cruces, solo un palo en el
lado izquierdo sin más. Mientras estaban dentro entró un lobo y les intentó
morder, los demás se quedaron fuera sin permitir que nadie entrara ni saliese.
Sin saber como apareció un libro llamadas Enchiridion Leonis Papae decía así:
Yo soy la luz, soy lo bastante fuerte para luchar.
Regresa al infierno o señores del mal, haced lo que os mando porque sino os
quemaré en la hoguera y os pondré estacas en forma de cruz.
Entonces los lobos desaparecieron, pero sin
embargo, aparecieron varias brujas, vestidas todas con faldas largas, con el pelo
bastante sucio, con los dientes amarillos y la otra con muy pocos dientes.
Rápidamente, miramos en todo el libro para
hacerles regresar a su época pero no había ninguno, por suerte, esta vez, habíamos tomado la precaución no
solo de llevarnos el libro, sino que
aparte Diego había sacado la
cuerda de la mochila, mientras yo buscaba y con mucho cuidado íbamos
retrocediendo, cuando estuvimos en la salida, sin saber como, primero empezó a
llover de forma muy suave, pero cuando llegamos a las rocas, empezó a llover de
manera torrencial; a mitad del descenso empezó a granizar y a Sara se escurrió,
gracias a que su marido le ayudó a poner la mano. Cuando faltaba muy poco para
que llegáramos a la primera cueva, empezó a nevar. Para mejorar la situación
empezó a nevar mucho más fuerte y aparecieron los lobos de antes, intentamos
leer el hechizo de antes pero esta vez no nos sirvió, es más nos mordieron y
nos arrancaron un buen trozo de carne del hombro, medio desangrados, buscamos sin éxito una rama lo suficientemente
grande para darles, cuando por fin lo encontramos caímos medio desangrados,
pero aún así nos arrastramos y conseguimos bajar con mucha dificultad; además
nos perseguían los lobos.
Continuará....
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