sábado, 6 de julio de 2013

La gran depresión (XXII)

Salieron de la cueva por segunda vez, anduvieron por el camino izquierdo, sacaron primero los mosquetones, Sara se puso el suyo y Diego el suyo; después sacaron las cuerdas de escalada, Sara se quedó abajo, Diego se metió la cuerda dentro del mosquetón y Diego fue escalando por la empinadas rocas hasta un metro, Sara, le iba dando cuerda cuando el se lo pedía. Después de darle bastante cuerda durante una hora más o menos, Diego puso el pie en la última roca y puso después el pie en una zona que estaba llana. Le tiró la cuerda y le dio una voz para que escalase ella. Las rocas eran muy fáciles de subir, porque tenían unas hendiduras que permitían agarrarse con facilidad al principio, sin embargo, según iban subiendo empezaba a ser más difícil el agarrarse, después de la hora; llegó hasta donde estaba su marido, entonces se quitaron la cuerda del mosquetón y bordearon la montaña con mucho cuidado y pegado a la pared. Sin embargo, próximos a la cueva se dieron cuenta de que no podían a entrar a un cementerio, porque había una manada de lobos tapando la entrada, esperaron un poco, por fin tuvieron suerte  y se alejaron, cuando  parecía que se habían alejado para cazar y pudieron acercarse, entonces el más cercano a ellos se puso en el medio, pero como aún así tenían bastante margen entraron muy pegados por la parte izquierda, mientras entraban se preguntaron como había un cementerio tan lejos de una iglesia, como habían podido excavar, porqué no había cruces, solo un palo en el lado izquierdo sin más. Mientras estaban dentro entró un lobo y les intentó morder, los demás se quedaron fuera sin permitir que nadie entrara ni saliese. Sin saber como apareció un libro llamadas Enchiridion Leonis Papae decía así:
Yo soy la luz, soy lo bastante fuerte para luchar. Regresa al infierno o señores del mal, haced lo que os mando porque sino os quemaré en la hoguera y os pondré estacas en forma de cruz.
Entonces los lobos desaparecieron, pero sin embargo, aparecieron varias brujas, vestidas todas con faldas largas, con el pelo bastante sucio, con los dientes amarillos y la otra con muy pocos dientes.

Rápidamente, miramos en todo el libro para hacerles regresar a su época pero no había ninguno, por suerte,  esta vez, habíamos tomado la precaución no solo de llevarnos el libro, sino que  aparte Diego  había sacado la cuerda de la mochila, mientras yo buscaba y con mucho cuidado íbamos retrocediendo, cuando estuvimos en la salida, sin saber como, primero empezó a llover de forma muy suave, pero cuando llegamos a las rocas, empezó a llover de manera torrencial; a mitad del descenso empezó a granizar y a Sara se escurrió, gracias a que su marido le ayudó a poner la mano. Cuando faltaba muy poco para que llegáramos a la primera cueva, empezó a nevar. Para mejorar la situación empezó a nevar mucho más fuerte y aparecieron los lobos de antes, intentamos leer el hechizo de antes pero esta vez no nos sirvió, es más nos mordieron y nos arrancaron un buen trozo de carne del hombro, medio desangrados,  buscamos sin éxito una rama lo suficientemente grande para darles, cuando por fin lo encontramos caímos medio desangrados, pero aún así nos arrastramos y conseguimos bajar con mucha dificultad; además nos perseguían los lobos.

Continuará.... 

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