jueves, 2 de julio de 2015

La Guarida salvaje (fin)

Esta vez fue durante cinco minutos, como antes, salí pensando de nuevo que podía salir a la claridad del día, pero allí encontré a una persona, por llamarlo de alguna manera, preparando la comida. La cual consistía, en un cuerpo de un hombre de unos cuarenta años, obeso. Después de arrojar la cabeza, lo sazonó con pimienta y lo puso a asar. Mientras pelaba unas patatas, se servía vino o eso pensaba yo. Diciéndose, "esta carne es buena, no la porquería que venden en el super. Horrorizada, desanduve silenciosamente hasta que llegué al agua y me sumergí.
A la cuarta vez, conseguí la salida y lo más importante, no me había visto y me encontraba perfectamente; estuve paseando durante un rato por los parajes para tranquilizarme a la luz radiante del sol, antes de buscar a mis padres para comer.
A la media hora, me tranquilicé, me dirigí al pueblo, estuve andando hasta que los vi y me dirigí hacia ellos; por suerte no habían notado mi ausencia. Visitamos museos, y por ese día no tuve ningún deseo más de ninguna aventura

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