sábado, 4 de mayo de 2013

La gran depresión (XIV)


El concurso de disfraces siguió tal y como estaba previsto y poco tiempo después quedaban dos finalistas, Sara y Cathy. La falsa sonrisa de ambas se mostraba en público era digna de un verdadero concurso de reinas de belleza, ambas tenían preparado su discurso de falsa modestia y fingida sorpresa. Lo que no esperaba de Cathy es que Sara, mientras estaban en el escenario, abriera un poco más la raja de su falsa mostrando sus espectaculares piernas y dejando embelesado al jurado masculino que no dudó en coronarla como mejor disfraz. De poco le sirvió a Cathy haber llevado ese repulsivo sapo que parecía saltar un moco asqueroso, su esfuerzo había sido en vano, y si perdía el premio a la mejor decoración, Sara se estaría restregando por la  cara todo el año.
Pasados unos minutos comenzó el concurso y nuevamente no había sorpresas, las dos casas mejor decoradas eran las de Sandra y la de Cathy. El jurado se acercó a la casa de Sara y allí empezó el verdadero festival: fuegos pirotécnicos, juego de luces sincronizadas  con la música que eran coordinados por unos especialistas coreanos que le habían costado un ojo de la cara a Sara. Una decoración que parecía salida de las atracciones de un parque de diversiones. Pero el plato fuerte fue cuando liberaron al menos 100 gatos negros que tenían enjaulados y dispuestos a hacer aparición cuando acabara la música.
-¿Dónde reside el miedo?
- Más adelante lo sabrás.
La gente quedó impresionada y estalló en aplausos, Cathy también quedó un poco preocupada, su sorpresa también era espectacular pero no esperaba competición reñida. Rápidamente se apresuró a regresar a casa para coordinar el espectáculo, diez minutos después el jurado visitaría su hogar y tenía que estar todo dispuesto.
Al llegar ordenó a los miembros de su equipo ( había bailarines y técnicos de sonido) que se colocaran en sus puestos; pero estaba nerviosa, muy nerviosa y la gente cuando se encuentra en ese estado tiende a cometer errores.
El jurado llegó y su función comenzó, la casa en una completa oscuridad se iba iluminando a trozos y en cada una de las ventanas una pantalla y un proyector colocado por detrás mostraban diferentes habitaciones en las que había asesinos, se escuchaban gritos de tortura y salpicaban la sangre o aparecían fantasmas. Sin duda Cathy había optado más por el terror que por el espectáculo audiovisual como Sara. Pero su plato fuerte estaba a punto de comenzar.
De repente y al ritmo de Thriller de Michael Jackson unas manos empezaron a salir de debajo de la tierra de su jardín. Un espectacular grupo de baile disfrazado de zombis apareció en el cementerio figurado que había en su terreno y comenzó a bailar de forma sincronizada.
Nosotros bailábamos, reíamos y grabábamos en video todo el espectáculo, sin duda todo estaba saliendo a la perfección Cathy desde lo alto de un árbol de su jardín preparaba el truco final, un conjunto de arneses atados a una rama alta servían para que ella hiciera su aparición volando sobre su escoba. Era un sistema complicado que le habían tenido que explicar más de diez veces unos especialistas en escalada que había contratado. Los nervios del momento provocaron que Cathy saltó desde el árbol para aparecer volando sobre los zombis.
 La cuerda restante se enredó en su ropa y el peso de su cuerpo comenzó a ahogarla, estaba colgando como si acabara de ahorcarse pero para su desgracia la muerte no tuvo la bondad de partirle el cuello, en su lugar, comenzó a asfixiarse lentamente mientras pataleaba luchando por su vida.
Nosotros no salíamos de nuestro asombro, pensando que se trataba de parte del espectáculo; aplaudíamos y coreábamos el nombre de Cathy. La canción terminó y la risa malévola de la canción de Michael Jackson dio el broche final a una función impresionante. Las piernas de Cathy perdieron su fuerza y dejaron de moverse. Murió ahorcada sin que nadie se diera cuenta a pesar de que decenas de personas observaban el espectáculo.
Nadie dudaba de que Cathy debía de ganar, incluso Sara reconoció en sus adentros que había sido vencida. El jurado dictaminó que era la justa ganadora el primer premio a la casa mejor decorada.
Pero nadie acudió a recoger el premio.
Mientras, nosotros nos preguntábamos donde estaba Cathy, un grupo de niños se divertía jugando con el “muñeco” de bruja que colgaba del árbol. Le tiraban piedras y caramelos, estaban tan bien hecho que ninguno se atrevió a acercarse demasiado.
Hasta el día siguiente, nadie se dio cuenta que la bruja ahorcada que había en el jardín era en realidad Cathy, quien por su rivalidad con la vecina había dado la vida para ganar el concurso.
-¡Que horror, no me extraña, que se te ha quedado grabado! Por cierto ¿Dónde estabas en el concurso de disfraces?
- Pues estaba en casa de mis amigos, que no se dieron cuenta y cuando miraron el reloj, vieron que ya no llegábamos al concurso de disfraces, a lo único que íbamos a llegar era al concurso de decoraciones de Halloween.
- La mía va a ser tan escalofriante, que yo creo que si hubiéramos hecho una apuesta la abría ganado yo.- Dijo Fergusson.
Nosotros nos fuimos a pasar una quincena en el mes de octubre para ver a unos amigos, cuando ocurrió esto era el día de Halloween por la noche.

Continuará...

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