jueves, 17 de diciembre de 2015

EL ASESINO ANÓNIMO (I)

Comenzaba a anochecer, las chicas jóvenes, tenían  miedo de salir de noche, porque llevaban varios días, escuchando en la radio y viendo en la televisión, la noticia de una chica desaparecida.

Tamara, de dieciséis años, de uno setenta, regordeta, con una nariz aguileña, con gafas y con una melena; que siempre era el hazmereír entre sus compañeros de instituto, porque siempre iba con ropa bastante pasado de moda y con colores de distintos colores. Salió a pasear por la playa, para demostrar que no sucedía nada y que todos eran unos miedicas, aprovechando que estaba sola y no tenía que cuidar a su hermano pequeño.
Al rato de estar paseando por la playa, un hombre entre treinta y treinta y cinco años, llevaba algo en la mano algo, pero la distancia que estaba no conseguía ver nada. Por miedo a que le viese se alejó de allí.

Al día siguiente, encontraron el cuerpo de un anciano de ochenta años, en  un río, a las cuatro de la tarde.

Esa misma tarde, Marta, de dieciséis años, rubia, con ojos azules, se fue a la playa, pero notó que alguien le tapaba la boca; estando dormida, le cortó el cuello. Mientras sucedía, un marinero, notó que un hombre, que no era del pueblo, tenía algo entre las manos, pero no consiguió ver lo que era.
 Cuando el asesino se alejó, pensó que habría sido imaginaciones suyas, ya que, a esas horas, no solía nadie ir a la playa y menos turistas, de veinte años.
A los dos días, encontraron el cuerpo de la chica en la playa; cundió el pánico con esto, porque una  cosa, era que desapareciese y otra que hallasen un cuerpo y ¡nada menos, cerca de un pueblo!

Jaime decidió que era necesario, descansar un poco y tomarse "vacaciones", eso de Jaime, era como creían que se llamba la gente, pero claro, no iba a dar su auténtico nombre; para que alguien se fuese de la lengua.

Durante un mes, las chicas pudieron salir tranquilas de sus casas.
A las dos semanas regresó a la "rutina", pero esta vez cambió de playa. Esta vez le apetecía mujeres morenas y con los ojos marrones.
Una mujer de sesenta años que paseaba en la playa observó a un hombre con gafas, agarrar un cuchillo y agacharse, pero con la distancia que había no lo podía ver nadie

No hay comentarios:

Publicar un comentario