En el pueblo de las montañas, vivía una mujer con el pelo castaño claro, bastante gruesa, todo el mundo la conocía por la mujer de la Casa de las flores moradas; (una de estas mujeres que únicamente viven para las flores y las gallinas.) Su marido, con su boina, era más alegre y jovial. Le gustaba ir al bar todos los domingos después de ir a misa, a la única iglesia del pueblo.
-Priscila, ¿dónde has puesto el queso?
-¿No está en la quesera?
Priscila, le extrañó, después de un buen rato de búsqueda exhaustiva que no hubiera rastro. Salió al corral y allí estaba el hombre, no se sabe de donde había salido. El hombre estaba muerto.
Los policías, al verle, se extrañaron; como no tenía medios, no pudieron hacer nada por él. Al cabo de dos años, una mujer, llegó preguntando por Tomías, al preguntarle como era, se acordaron del hombre; ellos respondieron; lo sentimos, pero murió y no se pudo hacer nada.
La mujer, tomó el arma de un policía y mató a todos, pegándose un tiro después.
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