miércoles, 14 de diciembre de 2016

Doce campanadas

En el salón de la casa nueva de Samuel  el reloj dio las doce campanadas; todo el mundo estaba contento de que era Año Nuevo
El Ding sintió que nadie le quería. Para ello, retrasó la hora y dio las diez; no contento con esto, decidió que podía unir a su dueño y a la hija del relojero. De nuevo el reloj dio marcha atrás hasta las dos y se paró.

El dueño, como es normal lo intentó poner en marcha y para empeorar la situación, al segundo se rompió una de las agujas. Llamó a la hija del relojero para preguntarle si abrían por la tarde. Le respondió que no, pero que si quería podían quedar un rato, antes de preparar la cena.
Mágicamente, el reloj se arregló por sí mismo. Esa noche, no sólo fue una  noche para recordar. Sino que todo el mundo alabó el reloj; justo las dos cosas que quería.
Que su dueño se enamorase, de la que hacía tanto tiempo se fijaba y él ser el centro de atención.

Después de la gente celebró el año Nuevo con champán, turrones y uvas; aparte de villancicos, música y baile. Nuestro reloj, en este caso, no se retrasó porque le apetecía descansar. Para él había sido un día duro.

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