El Osito, que era muy sensible, le encantaba la Navidad; así pues, cuando llegaba, siempre pedía a su madre que cogiera toda la nieve que pudiese y le enterrase, como cuando iba a la playa.
El día de Navidad, Osito, decidió, hacerle un regalo especial a su madre por su cumpleaños. Un castillo de nieve, que tuviese unas hermosas almenas; tan grande fue, que pensó como podrían sus hermanos y él llevarlo. Cogió la carretilla de su padre y lo metieron dentro.
Aprovecharon que su madre no estaba, lo colocó debajo del árbol y le colocó una cinta.
Cuando llegó su madre, la recibieron todos, felicitándola por su cumpleaños y le cantaron su villancico preferido que era el 25 de diciembre. Así pues después de comer pavo, turrón y tarta. Tomaron champán los adultos y sidra infantil los niños
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