sábado, 2 de marzo de 2013

La gran depresión (V)


-          Claro. Ahora, entremos en la casa, para ver cual cogemos

-          Como nuestra habitación, cuales cogemos como vestidores, donde ponemos los servicios, donde la caja fuerte.

Cuando anochece, dejan la casa para dirigirse al hotel, deciden cenar pronto porque Sara tiene mucho sueño. Pero Diego que no tiene sueño, decide levantarse, coger las llaves del coche y ver si la atractiva joven continúa en la carretera. Al poco rato, Sara se duerme, el se viste y con mucho cuidado, coge las llaves, abre la puerta, baja las escaleras intentando hacer el menor ruido posible.
Una vez abajo, arranca el coche, y se dirige a la carretera para ver si continúa, iba a dar la vuelta, cuando ve que  todavía se encuentra haciendo autostop, aunque un poco más retirado; se acerca para ver si quiere que la acerque,  lo que más la llamó la atención era que llevaba ropas provocativas, actitud sensual y coqueta.  Antes de abrirla la pregunta a donde quiere que le lleve, ella le responde que al pueblo, dice que se ha hecho daño en el tobillo y para mejorar la situación se le ha roto el tacón. Le abre la puerta del copiloto, la misteriosa mujer, al sentarse empezó a mirarlos de manera provocativa, a realizar movimientos tentadores, Diego, iba a decirla que hiciera el favor de bajarse que era un hombre felizmente casado.
Finalmente empezó a acariciarla y besarla, pero el deseo se  tornó en asco y el placer en terror; intentó abrir el seguro de su puerta, pero estaba atrancado. La bella dama se transformó en una especie de asquerosa muerte viviente cuya piel se desprendía poco a poco, quedando entre las manos de Diego restos de piel y músculo. Incluso una vez que el hombre se quedó paralizado por el medio y detuvo las caricias el proceso de descomposición y degradación continuaba hasta que la mujer se presentó como un esqueleto viviente. Entonces, Diego, no pudiendo resistirlo más, rompió el cristal de su ventana y salió dejando el coche, con las luces encendidas y con las llaves en el contacto.
Fue corriendo hasta el pueblo, se dirigió al hotel, subió lentamente las escaleras, se desnudó y se metió en la cama, convencido que todo había sido una horrible pesadilla.
  
A la mañana siguiente a las diez.

-Hola, Buenos días.

-          Buenos días soy Alfonso el albañil.

-          Verá, queremos que nos haga un agujero aquí para poder hacer una fuente, en el lado derecho de la casa, queremos un garaje para dos o tres coches,  aquí queremos que haga otro agujero para poder poner la piscina.

-          ¿ No está muy juntos, la piscina y el garaje?

-          Esa es la idea, que estén separados lo suficiente para que no haya goteras ni en la casa ni en el garaje y al mismo tiempo se comunique con una puerta, con la que podamos entrar y salir de casa, del garaje, que no nos mojemos.

-          ¿Cuanto quieren que mida de largo, ancho y de profundidad?

-          Dos metros de largo, un metro cincuenta de ancho,  un metro de profundidad, con unas escaleras también de mármol, para poder subir y bajar de la piscina, pero queremos que no se note que es muy moderno.

-          Claro. ¿Algo más?


Continuará.........

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