sábado, 9 de marzo de 2013

La gran Depresión (VI)


- Así, también queremos hacer obras en el techo, que eso es lo más importante.
         - ¿Quieren que como la piscina siga el modelo original de la casa?
   - Así es.
- Muy bien dentro de una semana, tendrán noticias mías.
Una vez que se hubo marchado el albañil.
-          Vamos a hojear que necesita el desván.

En el desván.

-          No me acuerdo de que hubiera un perchero.
-          No lo había.
-          ¡Que raro!, bueno; nosotros a lo nuestro.- Pensó Sara.
         -En esta parte, hay que arreglar la parte de la izquierda del techo.
         _En esta habitación nada, en esta otra tampoco, en esta otra la contraventana.
      -Vayamos a comer, y mañana continuamos.
    - Yo también lo creo, estamos exhaustos, eso es lo que pasa.
     En el coche.
-Que raro, en la casa nos encontramos un perchero y ahora nos encontramos con que no arranca el coche, en fin esperaremos. Después de intentarlo durante un buen rato. Por fin ha arrancado. Se había calado simplemente   

-          Siempre tiene que haber una primera vez para  todo, ahora iremos al hotel a cenar antes de que nos pase la cena, después descansaremos, daremos un paseo mañana por la mañana, veremos todo lo que teníamos que ver, aprovechando que están ocupados, y lo veremos todo con otros ojos.

-¿Qué es eso? – Dijo mirando al suelo Sara.
- Parece un rompecabezas bastante antiguo. Lo cogeremos de recuerdo.
-La verdad lo podríamos enmarcar.- Dijo Diego que le gustaba las antigüedades.
-El color de  la madera es bastante bonito, hace aguas. Voy a recogerlo para llevárnoslo.- Dijo agachándose para cogerlo.

Cuando montan en el coche, oyen un ruido, pero no hacen el menor caso. Cuando llegan, suben a su habitación Sara deja el bolso y se bajan a dar un paseo.

Según el sol va desapareciendo gradualmente, para dar paso a la noche, ven desde lejos, en una antigua casa, toda de madera, en el porche, una muñeca  sentada en un balancín, según pasan por la puerta aparece una niña recoge la muñeca y el rompecabezas. Como no están muy seguros, porque ellos lo habían dejado en el hotel, cuando se van a acercar lo suficiente desaparece la niña con la  muñeca, el rompecabezas.



Como ya es de noche, regresan al hotel, van al hotel, suben a su habitación porque es muy temprano para cenar; al meter la llave en la cerradura, se dan cuenta de que alguien ha entrado porque no ha hecho falta el girarla. Rápidamente, registran todas sus pertenencias para comprobar si falta algo, todo está en orden lo único que ha desaparecido es el rompecabaezas.
A la hora de la cena, bajan a cenar, se ponen una mesa cercana a la ventana, a ver si se acerca, la niña rubia con ojos azules, el pelo trenzado con un lazo de color rosa de unos ocho años de edad, con un vestido de lunares.
Se sientan, pero todo está en silencio, lo único que se oye son las conversaciones transcendentales de la gente, los ruidos de los cubiertos y los pasos de la gente al entrar y salir.
Mantienen una conversación tranquila, mientras esperan a que se enfríe la comida que se nota que está recién hecha.
Cuando terminan la cena, suben a su habitación, abren con la llave, porque esta vez, no está abierta, dejan la llave encima de la mesilla.

Sara se dirige a su bolso que se sitúa encima de la cama,  sin embargo el bolso esta vez está cerrado. Lo abre y allí está  el rompecabezas.
Extrañada y con cara de preocupación, siente la mano de su marido en su hombro.

-No te preocupes cariño, estamos cansados, mañana lo veremos con toda claridad, además disfrutaremos con la visita del castillo y nos olvidaremos de los extraños acontecimientos acontecidos hoy.- Le dijo de forma tranquilizadora.
-          Eso  espero.
-          Ahora a dormir.

A la mañana siguiente.
       -Señorita,¿ donde está el castillo?
     - Tienen que seguir todo recto, hacia arriba, luego girar a la derecha, todo recto y otra vez a la derecha, deberían ir en coche porque está muy retirado de aquí.
-Muchas gracias,- Dijo Sara, que acaba de terminar de masticar, un trozo de vanana cinnamon bread. Mientras Diego mantenía la boca cerrada, porque tenía la boca llena y estaba masticando un trozo de bizcocho de dos pisos con mermelada de fresas por medio y cubierto de azúcar glas.
Cuando terminaron, su desayuno, se levantaron de la mesa, cogió Sara el bolso, cogiendo el coche que estaba al lado del hotel.  
-Me parece que el cartel pone a la derecha, si es por aquí. Ahora por la izquierda, ahora todo recto, ¡mira ahí está el castillo!- Dijo Sara, alegremente
-¡Que bonito es! Parece que es roca caliza y las almenas tienen forma redonda con ventanas pequeñas, además tienen una enorme puerta de madera, aunque es muy sencilla.
-Más bonito será en  cuanto entremos.
- Ahora tienes que girar a la derecha. Ya hemos llegado. Puedes aparcar ahí, cerca del castillo.
- No entiendo como no han asfaltado este camino, porque, aunque no tiene piedras, pero el camino tiene arena.
- Yo creo, cariño, que al ser un pueblo que poca gente conoce no hay mucho turismo, aunque es un castillo que está muy bien conservado; si te fijas todas las piedras están en su sitio, lo que no entiendo, es por que no han hecho un parador; seguramente, cuando entremos, lo sabremos.
- Si,- Dijo Sara. Mira abajo, el foso es enorme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario