echó el cuello para atrás y empezó a borbotar sangre a
raudales, manchando el suelo de sangre en el suelo de arcilla.
Esperó a que expirase, cuando por fin lo hizo, desapareció.
Quedando el cuerpo en ese lugar, que acabamos de indicar.
Esta vez, los monjes se levantaron a las seis de la mañana,
pensando que todo iba a ir bien, los hermanos, decidieron aunque no era
domingo, hacer ese día un poco especial, para ello, como ese día el hermano
Eduardo, le tocaba hacer repicar las campanas, preparar comida, los sencillos
utensilios de la capilla, ya que el abad, no había permitido ningún lujo, ni en
cuadros ni nada que estuviera cerca de ellos.
Cuando llegó el abad, no encontró a nadie, pensativo,
decidió ir a buscarle a la capilla, pero tampoco. Extrañado fue al huerto para
ver si estaba regando. Exasperado mandó a todos que se pusiesen a buscarle por todo el monasterio.
A las dos, decidieron preparar la comida, el hermano
Alfonsino, la preparó.
Pensaron, que aunque sólo eran unas coincidencias, hacer la
misa en el huerto, ya que Dios estaría presente.
Así lo hicieron, todo sucedió de la forma más natural del
mundo. Como no estaban muy convencidos, decidieron hacer misa para los fieles
aprovechando que era el día de mercado.
Después de tomar nota de quien pasaba, lo que traía,
entraron los pocos fieles en la capilla, porque aunque era grande para abarcar
a todos los monjes, había demasiada. Cuando terminaron la primera, hicieron una
segunda.
En la tercera, habiendo varios penitentes, pensaron que
trabajasen ellos en la capilla durante un mes. Para expirar sus pecados.
Empezaron esa misma tarde, sin embargo no pasó nada.
Al día siguiente nada. Así pasó el mes sin nada.
Se dieron cuenta de que solo eran coincidencias y volvieron
a la rutina, el hermano Alfonsino, empezó a preparar los utensilios para la
misa, vio el extraño amuleto, lo recogió se lo acercó más y entonces sin saber
como apareció una pala y lo más extraño de todo no había nadie más que él fue
golpeado y con la punta de la pala le cortó el cuello.
Enseguida desapareció el amuleto y el cuerpo.
Los monjes esperaron pacientemente, a que Alfonsino fuese a
buscarlos para poder iniciarla.
Como tardaba tanto, decidieron ir a buscarlo. Al ver que no
había nadie en la capilla, decidieron ir a la biblioteca, pero tampoco.
Empezaron a ir a la capilla, cuando entraron, todos se
sentaron en sus respectivos asientos y el hermano Andrés, se dirigió al armario
dio una vuelta a la llave y abrió. Allí se encontró todoscontinuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario