sábado, 8 de junio de 2013

El extraño amuleto (IV)

echó el cuello para atrás y empezó a borbotar sangre a raudales, manchando el suelo de sangre en el suelo de arcilla.
Esperó a que expirase, cuando por fin lo hizo, desapareció. Quedando el cuerpo en ese lugar, que acabamos de indicar.

Esta vez, los monjes se levantaron a las seis de la mañana, pensando que todo iba a ir bien, los hermanos, decidieron aunque no era domingo, hacer ese día un poco especial, para ello, como ese día el hermano Eduardo, le tocaba hacer repicar las campanas, preparar comida, los sencillos utensilios de la capilla, ya que el abad, no había permitido ningún lujo, ni en cuadros ni nada que estuviera cerca de ellos.
Cuando llegó el abad, no encontró a nadie, pensativo, decidió ir a buscarle a la capilla, pero tampoco. Extrañado fue al huerto para ver si estaba regando. Exasperado mandó a todos que se pusiesen a  buscarle por todo el monasterio.
A las dos, decidieron preparar la comida, el hermano Alfonsino, la preparó.
Pensaron, que aunque sólo eran unas coincidencias, hacer la misa en el huerto, ya que Dios estaría presente.
Así lo hicieron, todo sucedió de la forma más natural del mundo. Como no estaban muy convencidos, decidieron hacer misa para los fieles aprovechando que era el día de mercado.
Después de tomar nota de quien pasaba, lo que traía, entraron los pocos fieles en la capilla, porque aunque era grande para abarcar a todos los monjes, había demasiada. Cuando terminaron la primera, hicieron una segunda.
En la tercera, habiendo varios penitentes, pensaron que trabajasen ellos en la capilla durante un mes. Para expirar sus pecados.
Empezaron esa misma tarde, sin embargo no pasó nada.
Al día siguiente nada. Así pasó el mes sin nada.
Se dieron cuenta de que solo eran coincidencias y volvieron a la rutina, el hermano Alfonsino, empezó a preparar los utensilios para la misa, vio el extraño amuleto, lo recogió se lo acercó más y entonces sin saber como apareció una pala y lo más extraño de todo no había nadie más que él fue golpeado y con la punta de la pala le cortó el cuello.
Enseguida desapareció el amuleto y el cuerpo.
Los monjes esperaron pacientemente, a que Alfonsino fuese a buscarlos para poder iniciarla.
Como tardaba tanto, decidieron ir a buscarlo. Al ver que no había nadie en la capilla, decidieron ir a la biblioteca, pero tampoco.
Empezaron a ir a la capilla, cuando entraron, todos se sentaron en sus respectivos asientos y el hermano Andrés, se dirigió al armario dio una vuelta a la llave y abrió. Allí se encontró todos

continuará... 

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