Un hombre joven de cuarenta años con casco, montado a caballo en un picadero observó que un hombre con trenzas entra donde están las sillas de montar.
Al ir a desmontar, el hombre se enreda con el estribo y se golpea la cabeza.
El ladrón se marcha sin nada; a la media hora un empleado le ayuda a desengancharse. El hombre le pregunta si ha visto a un hombre que ha salido corriendo.
A los pocos días el hombre reconoce al ladrón de las sillas, llama a la policía y le detienen. Así todos los picaderos están sanos y salvos
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