La señorita Isabel de quince años, siempre había sido una aventurera, sus padres que eran muy liberales, le permitían salir, sin una señorita de compañía, salvo en los bailes que aparte de la señorita que le observaba, llevaba siempre su carnet de baile.
Los jueves que era día de su paseo matutino en carruaje en el Paseo de Carruajes fuera del Parque del Retiro en la Plaza de la Independencia, un ladrón la asaltó pero ella que era muy valiente, le introdujo el paraguas en un ojo y para rematarle le asestó un paraguazo en la cabeza.
Todos los que la aborrecían, ahora no sólo la respetaban sino que la alababan y sentían mucha admiración por ella
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