sábado, 9 de julio de 2016

La Aventura de los tres mundos (V)

-Hermano, sed sigiloso, pasad por el pasadizo que va al granero y molino que en esta época no se utiliza, allí puedes permanecer....
-No te preocupes hermana, por el de la derecha que hay un escondite más seguro y más alejado de aquí.
Ella misma le preparó la comida; él declinó el ofrecimiento, por temor no solo a que no tuviese suficiente comida, sino además de que su marido notase la ausencia de comida.

Tomó el pasadizo de la derecha teniendo que sortear ratas, lombrices y grietas en mitad del suelo. A mitad de camino un soldado se metió dentro, él se ocultó intentando no apoyarse en las paredes por si ponía en funcionamiento alguna trampa. El soldado al no ver a nadie salió. Constus prosiguió esta vez más atento.
Cuando salió del pasadizo, permaneció en el subterráneo del templo que estaba abandonado y que estaba en las proximidades de los Trasgos y el de los Animales y el mar. Por lo tanto, les sería complicado dar con él y además le brindaría refugio unos árboles muy frondosos y peligrosos que no era recomendable el habitar.
Al salir una aldeana le reconoció, así pues, en lugar de irse, como estaba enamorada de él, le proporcionó varios panes, hongos, fresas, tomates, queso y chorizo, también agua y vino. Le prometió no decirle que le había visto.

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