martes, 19 de julio de 2016

La Aventura de los tres mundos (VII)

-Soldado, quiero que le diga al pregonero y a mi secretario, que ofrezca seiscientos octonus, para mis ciudadanos y ochocientos trictus para los trasgos; para aquel que lo traiga vivo; el supuesto de que, solo traiga información será la mitad.
Duendina, que era la madre de la adeana; se aproximaba al palacios para solicitar que buscasen a su dulce hija que llevaba desaparecida dos días; además de que la preocupación se incrementaba por ser día de mercado.
-Hoy no es día de audiencias.
El rey, al ver el manojo de nervios, y la cara de preocupación; se dirigió donde estaba ella.
 

-Mi señor.... Mi hija....  Lleva...
-La buscaré, ¿sabe algo de Constus?
-No...
Como le  prometió a la aldeana, buscaron por todos los rincones; esta vez incluyó el bosque Peligroso. Al encontrar el templo, los buscaron dando con el otro pasadizo que  llevaba a  otros países
Salieron en la primera salida que era el de los Trasgos; pero allí no había nada que  estuviese fuera de lugar; así pues, prosiguieron hasta Manto; como no conocían ese país; decidieron explorar.

Constus, al  ver desde lejos a  su hermano; preguntaron donde podría esconderla. Ella se negó, recordándole, que si no hubiese sido por ella no estaría allí. El panadero, les recomendó que  fuesen a ver Remedio Todo; podrían encontrar;  inclusive a las amazonas, sino se habían marchado a buscar  hombres o lo que fuese

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