lunes, 25 de abril de 2016

LA DUDA (I)

Queridos lectores, me remito a vosotros, ya que nos habéis sido de forma asidua en este periódico joven y que decimos las cosas a la cara; hemos decidido por la cantidad de solicitudes vuestras, editar un libro misterioso llamado ¿Asesinato... o no ? Como prueba para ver si al final tiene una buena acogida como pensamos.
Antes de que podáis decidir libremente en este escabroso asunto, os diré que tenéis que estar muy atentos; pues de lo contrario os haréis un tremendo lío y no  sabréis continuar. Antes de daros a elegir, os comentaré que hay que tener mucha calma y mucha sangre fría. Habrá ocasiones que penséis ¿A donde me dirijo? si lo dejo ¿es lo mejor? todo esto lo tendréis que decidir vosotros mismos. Pero si queréis pasar un buen rato con este libro, tenéis que tener mucha paciencia en los capítulos del libro donde supuestamente ya habéis cogido experiencia.
También me referiré antes de dar paso a lo que tenéis que investigar, que os damos las gracias y que no os aburráis de estas historias. Podéis leerlas dos veces y no será la misma, a no ser que lo decidáis libremente.

¡¡Atención!! ¡Aquí no podréis elegir, las historias, las iré metiendo poco a poco!  lo siento, sino las entradas serían demasiado largas.

                                     PRIMERA PARTE
             (Para Principiantes)  

              Capítulo I
a) En un supermercado
b)En un gimnasio
c)En un jardín
d) En una zapatería
e) En un barco


Para los que habéis decidido la opción a)
Como  todos los viernes por la tarde a las ocho de la tarde, una mujer de estatura media, española, con el pelo liso y con un carrito de la compra con un niño de un año, entró hacer la compra, los clientes más cercanos, veían como miraban los precios y las marcas; cuando veía que no había nadie cerca, se metía en el bolso compresas, perfumes y otras cosas. Para no llamar la atención, llenaba el carro, con las cosas más baratas que podía encontrar, luego pagaba la compra y las bolsas. Llegaba al coche, las metía, se marchaba a su casa y las colocaba.
Los jueves tocaba los supermercados que se encontraba en Alcorcón, antes de nada iba  pasillo por pasillo para comprobar que todo estaba en orden; si observaba alguien se marchaba a otro pasillo, estaba un rato y luego volvía, así miraba los precios y lo que más le convenía; poco a poco fue mejorando y decidió que lo mejor hora eran las cuatro de la tarde; una hora que la gente nunca iba a la gente a comprar.


Ahora ¡A esperar a la próxima entrada!

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