En la tienda del número 9, monsieur Moustche, esperaba que su cliente de la primera hora, entrase por la puerta ¿quién era? Mingo Domingo, un niño de nueve años, que era moreno y rellenito, que estaba a dos calles, no es que residiese allí, no, es que se escapaba para comprar golosinas.
A las dos de la tarde, el tendero extrañado, esperó a las cuatro. Una mujer alta y bastante ancha, cogió el móvil para hablar; teniendo que regresar a pagar la cuenta.
-¿Cómo que mi hijo no ha asistido al colegio? ¡si yo misma lo he llevado!
Dejó la cesta donde estaban colocadas las demás; marchándose en el acto.
Al día siguiente, la mujer identificó el cadáver de su hijo; no se lo podía creer, su hijo, con múltiples heridas, su hijo, ¿cómo podía estar ahí?
La policía le aseguró que cogerían al asesino o asesinos de su hijo.
A las tres semanas detuvieron al asesino. Un hombre con una frente tan ancha como un melón y poco pelo, medía dos metros, con barba rojiza y con una horrible camisa hawaina.
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