Querido
lector o lectores, os doy la futura
enhorabuena, por el paso que vais a dar, también que este relato os traiga muy
buenos recuerdos y os traiga buena suerte.
En el caso
de los invitados, cada día que queráis
rememorar la boda a la que fuisteis invitados, deseo ante todo que sea de
vuestro agrado.
*Otra cosa
que tenía que decir es que vuestro amor tenga la misma intensidad que los rayos
del sol y que nunca se apaguen.
Jhana Belen
Era verano
cuando lo conocí, estaba en el quiosco de helados sentados bajo una sombrilla
de la playa hace dieciocho años con mis padres de vacaciones en Gandía. Él se
acercó para preguntar por una calle que mis padres no supieron responder, me
agaché para sacarme la arena de la
chancla. Al levantarme sus hermosos ojos
azules como el mar se cruzaron con los míos. Me preguntó como me llamaba y me
dijo un piropo, pero yo embelesada, no me salía ninguna palabra hasta pasados
unos minutos, le pude contestar que me
llamaba María y en cuanto al piropo que gracias, no pude dejar de mirar sus
ojos azules tan cristalinos como el mar.
Comenzamos a
salir en las vacaciones, continuamos después de ellas formalizándose de tal
modo que nos fuimos a vivir juntos.
Ese año,
viajamos al Caribe, estando en el bungaló,
me llevó de la mano a la playa que se encontraba a pocos metros. Se
arrodilló y al acto se presentaron tres violinistas; al son de los violines,
sacó de su bolsillo una caja envuelta y me la entregó, con curiosidad, rompí el
papel de regalo y abrí la caja, sin darle tiempo a decir nada, me arrojé a sus
brazos y le respondí que si, que me casaría con él, porque sin él no era nada,
ya que me sentía como una extraña si no le tenía cerca.
De regreso a
España, no dejaba de observar mi anillo con un zafiro engarzado y a mi prometido,
pensando en el paso tan grande que iba a dar.
Cuando
llegamos fuimos a darle la buena noticia a mis padres y a los suyos cenando en un restaurante.
Un día antes
de ir al cumpleaños de mi amiga Elena, nos pusimos a elaborar la lista de
bodas, al hacerla nos dimos cuenta que eran bastante invitados, pero nosotros
esperábamos que no fuera todo el mundo. En caso contrario, solamente se casa,
una sola vez.
Al día
siguiente, aprovechando el cumpleaños de mi amiga Elena, se lo comuniqué a
ellas; para no tener que ser el centro de atención lo hice antes de que
comenzase la fiesta.
Aprovechando
que yo no estaba, mi novio quedó con sus
amigos para tomar unas cervezas para decírselo.
El
jueves estuvimos mirando invitaciones
de boda, tanto en internet como en papelerías o imprentas.
El viernes
fue día de chicas, estuvimos en varias tiendas pero ninguno me gustaba.
El sábado
descansamos de los preparativos de la boda, yéndonos al cine.
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