domingo, 7 de diciembre de 2014

Presunto asesinato a sangre fría y robo a un banco

Era una noche bastante despejada y estrellada, unos novios adolescentes, estaban sentados en la playa con una litrona en ropa interior, muy próximos a la abandonada estación que hacía poco habían cerrado porque las ratas residían allí y no había forma de deshacerse de ellas; eso no quiere decir, que los vagones los hubiesen retirado.
La chica que se acababa de terminar la última gota, iba en busca de otra al coche, cuando encontró a un hombre con medio cuerpo fuera y con un reloj con una cadena fina en la mano derecha, en la izquierda, un cuchillo.
Primero fue corriendo al coche a coger su ropa, intentando vestirse según corría y gritando a su novio; cuando llegó a la playa donde antes habían estado sentados, estaba vacío, en su lugar una hoja en blanco; con el reflejo de la luna incidiendo en el mar y con una suave marea, encontró otro cadáver desnudo con un reloj de cadena.
Se vistió rápidamente, regresó al coche, pero las llaves se las habían llevado, ya que, pensaron, que como la estación estaba abandonada no pasaría nada.
Por suerte encontró una piedra, la arrojó a la ventanilla del copiloto, pero allí no había nada, buscó en la guantera, pero sin ningún éxito. Teniendo una mala corazonada, regresó al vagón del tren; en este caso se confundió; salió corriendo, pero, en lugar de dirigirse a la playa, se marchó al camino que se encontraba muy próximo a una granja; llegó sofocada, golpeó con todas sus fuerzas a la puerta. La mujer sorprendida por la manera de llamar y por los gritos, salió con el teléfono en la mano.
Al verla tan asustada colgó el teléfono; la chica le explicó la situación tartamudeando; la señor, dándose cuenta de que estaba más asustada de lo que preveía; llamó a la policía sin que ella se lo dijese.

La policía enseguida vino, le explicó la mujer la situación, porque la chica continuaba un manojo de nervios.

Cuando llegaron a la estación allí no había ningún cadáver ni tampoco en la playa; por el contrario su novio, se encontraba tranquilamente en la playa sentado donde antes le había dejado.

-¿Donde has estado?- preguntó Luisa a su novio, entre enfadada y preocupada.

- He intentado buscarte pero sin éxito.

-Sentimos molestarles, pero necesitamos que su novia  nos acompañe al lugar de los hechos y nos diga donde vio exactamente el cadáver.

Se dirigieron los cuatro, estando de regreso el cadáver que previamente antes había estado.

- Miren  está en el vagón.

- Llamen a una ambulancia.

Al rato vino la ambulancia y el forense, mientras hicieron el registro, una vez que la pareja se hubo ido.

Una vez que Miguel hubo dejado a su novia en su casa, más tranquila, llamó por teléfono a  su compinche; primero para regañarlo por haber dejado el cadáver de nuevo y luego para que incinerase los cuerpos, una vez que hubiera registrado en todos los bolsillos. Le respondió que no se preocupase, que así lo haría.

Al rato le llamó comentándole que tenían un grave problema,  ya que, los dnis, los móviles, el dinero en efectivo  y las tarjetas de crédito no las tenían. De todas formas , ya estaban incineradas.

A la mañana siguiente encerraron a Miguel por el presunto asesinato a sangre fría y por el  robo a un banco, a su compinche también; el horno al no funcionar como era debido no se quemó totalmente

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