martes, 16 de diciembre de 2014

Tráfico de armas

Estaban en el bosque una niña sentada en el ancho tronco de un árbol junto a su abuelo que le relataba una bella historia de hadas y de príncipes.
Un hombre con la cara ensangrentada apareció dando traspiés, con la camisa rasgada, solo dijo "llamad a mi mujer". Salió corriendo malamente; el anciano  no dio importancia al asunto y siguió contando la historia a su nieta.
La tarde con el espléndido sol desapareció, dando paso a una noche con lluvia; el abuelo observando que ya no podían hacer nada más, la obligó a levantarse a la cabaña que se encontraba próxima al bosque; porque pensó que sería lo mejor. Cuando iba a abrir la puerta escuchó una voz detrás de la puerta; decidió irse por el sendero que se sabía de memoria para no perder tiempo y que no le pasase a nietecita preferida que tenía cuatro años.
Una vez que llegaron al sendero, se encaminaron rápidamente a la ciudad; llegaron al piso; mandó a la niña a su habitación; él se sentó cómodamente en el sofá a ver la tele; como esperaba dieron las noticias, lo que no esperaba era de que se hablase del hombre que había aparecido delante de sus narices; gritando ayuda. Al ver el número de teléfono en el pantalla, llamó; puso a la policía sobre aviso de la ubicación de la posible desaparición.
Fueron  a la casa pero allí no se encontraba ni un alma.

A la mañana siguiente, en el telediario informaron que el hombre le habían encontrado sano y salvo. El anciano suspiró, por suerte, su querida nieta nunca escuchó la noticia; recordó igualmente que en el bosque lo había visto, no preguntando nada.
Al cabo de dos semanas; emitieron la noticia  de que el hombre había vuelto a desaparecer, pero había sido de madrugada; cuando sucedió, le tocaba turno de noche porque era guarda de seguridad.

Los agentes continuaron la investigación, dándose cuenta de que la supuesta "víctima", estaba metida, hasta el fondo en el tráfico de armas.

Esa misma tarde apareció en el suelo del puerto tirado con dos tiros a quemarropa  en el corazón; los compinches no consiguieron escapar, porque la policía les dio el alto; al no rendirse dispararon, resultando todos heridos, salvo el jefe y los "empleados"; en cuanto a los policías, también resultaron heridos.

Recuperaron las armas, dando el jefe de policía una rueda de prensa.

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