jueves, 28 de enero de 2016

La Esclava de la Muerte (VIII)

Esa noche dormí bien, como hasta entonces lo había hecho.
A la mañana siguiente me desperté fresca y preparada para comenzar un nuevo día.
Cuando llegué todos se arremolinaron al ver el espejo que había desaparecido ayer totalmente destrozado.

Por lo que me tocó empezar de nuevo, me puse la bata, los guantes, preparé las pinturas y las demás herramientas. Antes de comenzar con el trabajo pregunté si la virgen de ayer la habían robado y me dieron una negativa.
Comencé de nuevo a lijar, como la primera vez que me dieron el espejo, empezó a llover de manera torrencial; entonces viajaba por la historia y mis manos estaban ligeras para trabajar.
Mis compañeros como la otra vez, no consiguieron que saliera de que saliera del trance hasta que no paró de llover que fue a la salida del trabajo. Dormí mal.
Al día siguiente, el espejo había desaparecido, me dieron para arreglar una mesa que estaba en mal estado.

Ese día no llovió, fuimos a comer fuera para poder dar aviso a la policía  y decir que de nuevo el espejo había desaparecido

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