domingo, 31 de enero de 2016

La Esclava de la Muerte (fin)

A la mañana siguiente, el espejo continuaba destrozado, todo lo que había hecho había sido en vano.

Le supliqué a mi jefa, que por favor se lo entregase a otra persona. Ella al ver que el espejo estaba peor de lo que estaba cuando lo trajeron, por primera vez, aceptó. Ella misma abrió los botes de pintura que yo había estado utilizando los días anteriores. Pero estaban secos.
Fue al almacén, abrió otro bote y también estaban igual. Extrañada, continuó el trabajo que tenía entre manos y me dijo que volviese al espejo y que cuando lo terminase que se lo enseñara.
Para nuestra sorpresa, abrí el primer bote y pude hacer mis mezclas y ponerme a pintar. Comenzó a llover como de costumbre. Sin embargo, a la hora de la salida, cuando dejó de llover, íbamos a apagar las luces, cuando el espejo estaba como si no estuviese restaurado.
Como todos estábamos muy cansados lo ignoramos y nos marchamos.
A la mañana siguiente, efectivamente estaba destrozado y me tuve que ponerme a restaurarlo. Empezó a llover, estuvo lloviendo esta vez mañana, tarde y noche.
Sin embargo la vida no me dejó descansar y sólo cuando fallecí pude descansar en paz.

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