Entre las sombras de los árboles, se escuchaba el piar de un pájaro muy débil. Al acercarse un gato negro y blanco al árbol, el pájaro dejó de piar, al matarle de un zarpazo, quedándose el pobre pájaro sin vida.
El hombre, que acababa de aparcar el rastrillo, al ver a su amado pajarillo sin ningún hilo de vida, castigó al gato sin comer. Gatinín, no permitió quedarse sin refrigerio, así que, atacó a las gallinas; por suerte, el granjero, que estaba con un ojo puesto en el gato; lo encerró en su lugar "preferido", es decir, la buhardilla que estaba lúgubre, desde que su mujer le abandonó pasando a mejor vida. En cuanto a su hija, al casarse, le había brindado a la buhardilla, todo melancolía y gelidez.
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