A las dos horas, se despertó, la violó, la estranguló y le cortó el cuello, luego la bañó, bebió toda su sangre, la volvió a violar, la bañó, la perfumó, la introdujo en el baño y echó ambientador en toda la casa, cerró el piso y se marchó.
Cambió de lugar, después de treinta asesinatos a viudas, pensó que lo último quedaba era los ancianos.
Se trasladó a otro lugar, la primera víctima, fue un hombre de ochenta años, sin hijos, este asesinato resultó muy sencillo para él, solo tuvo que retirarle la bombona de oxígeno que tenía y el pobre hombre murió al instante, porque según le explicó, necesitaba las veinticuatro horas el oxígeno.
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