domingo, 24 de mayo de 2015

Desaparecen por arte de magia (I)

Era una noche cerrada de principios de 1950, había una niebla muy  espesa, cuando una mujer llamada Isabel que tenía treinta años, le pareció ver a un niño corriendo por el jardín. Salió al jardín para decirle que era una propiedad privada, pero no le vio, entró en casa, se iba a acostar, cuando observó que en el lago, se bañaba una niña, bajó las escaleras para dirigirse al lago, cuando llegó no había nadie, iba a regresar, cuando escuchó un ruido en el pequeño cementerio; allí encontró a un cura, le preguntó que hacía en el cementerio de su casa a esas horas; pero desapareció por arte de magia.
Salió del cementerio y se fue a su casa. Entró, en el preciso instante en que iba a poner el pie en el primer escalón, le miró a la cara, vio a una cocinera, se acercó a ella, le miró a la cara, pero en su lugar estaba quemada, así que, se quedó con las ganas de hablarle, porque desapareció. Subió otro peldaño, hasta que estuvo en el rellano, no vio a su marido, tumbado, con un moratón en el ojo derecho, llegó hasta él, le intentó levantar, pero no pudo, se cepilló los dientes. Mientras se los lavaba, le pareció ver a su marido, se hizo cargagaras, se enjuagó con enjuage bucal, apagó la luz del servicio, se dirigió a su cama, pero no estaba su marido. Preocupada, se metió en la cama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario