domingo, 10 de mayo de 2015

La Fiesta macabra (II)

En la fiesta de Todos los Santos que hacían en el cementerio un grupo bastante numeroso de chicos y chicas entre quince y diecisiete años, aparecieron con los trajes arlequines que tantas veces se habían presentado y maquillado como siempre;  les acompañaba aparte el esqueleto, un cadáver recién sacado del depósito de cadáveres con un pantalón y el pecho con los puntos en la mitad de la caja torácica. La otra novedad es que transportaban armas de fuego. El cadáver contó de atrás hacia adelante, esta vez sin tiempo. Nada más terminar los números del uno al diez desaparecieron.
Al día siguiente aparecieron en otra fiesta de disfraces en un parque, solos de nuevo con el traje raído con el esqueleto en el medio, maquillados de la misma manera, con el reloj de arena, sin que tuviese que parar el tiempo. Sus armas, eran las de la primera vez. El esqueleto puso el reloj de arena boca abajo y empezaron a cortar las cabezas. Una vez que se acabó el tiempo desaparecieron.
Al año siguiente no ocurrió nada y eso que se celebró bastantes fiestas de disfraces.
A los dos años reaparecieron en una fiesta religiosa que iba a dar comienzo, cerraron los arlequines las puertas. Hecho esto, el esqueleto que no se sabe como ahora tenía dos brazos y cuatro manos. Mientras que en la mano derecha ponía el reloj de arena con la otra hacía girar la cabeza de una persona en un solo giro; con tal fuerza que crujió. Los arlequines enseguida se pusieron en movimiento, cortando cabezas  o alguna parte del miembro según les fuera más sencillo.
El tiempo  finalizó pero no desaparecieron. Volvieron a poner el reloj de arena y volvieron a cortar cabezas. No se sabe muy bien

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