viernes, 29 de mayo de 2015

El Señor de los Infiernos (II)

Entonces de repente apareció un gigante que le salía las serpientes de la boca.
Le dio la orden de atacar y salieron disparadas a mordernos. Sin embargo, tuvimos la suerte de que esta vez conseguimos un palo y pudimos defendernos.
Una vez que que hubieron desaparecido, nos quedamos los palos y continuamos hasta el pueblo. Cuando llegamos, conseguimos una barca; empujamos la barca, pero antes de perdernos sentar, unos hadiz qudsí, que son unos apócrifos, eran mitad pájaro, mitad araña, nos atraparon y nos llevaron hasta el Inframundo. Entonces, vimos como los que estaban en un nivel superior, arrancaban las cabezas a los del nivel inferior; les pisaba las cabezas.
Nosotros, intentábamos agarrarnos con todas nuestras fuerzas a un hadsí qdsí, a veces nos escurríamos.  A veces parecía que todo estaba perdido, pero luego conseguíamos subir.
Comenzó a anochecer y observando que todavía permanecíamos en las puertas del Inframundo, nos preguntamos,donde se encontraba el Señor; uno de ellos nos recomendó, que no lo pensáramos mucho, porque sino se presentaría; aunque intentáramos agarrarnos a ellos con todas nuestras fuerzas para no caernos, quedaríamos atrapados.
El Señor de los Inframundos, al percatarse, dio un brinco con sus ciervos y nos agarró de las piernas; intentamos soltarnos, pero no podíamos, ya que había lo hecho con mucha fuerza; para mejorar la situación, nos ató las piernas con una cuerda y para estar más seguro nos metió en un saco que traía para tal fin. Nos arrojó al carro y azuzó a los ciervos.
Cuando llegamos a su palacio que estaba construido con huesos humanos, algunos contenían restos de piel, pero la mayor parte no la tenían y había gran cantidad de cráneos humanos. Sus perros, eran lobos,  otros, hombres que les había arrancado los ojos o la lengua, Segùn andábamos nos dábamos cuenta con horror de que otra zona del palacio eran huesos de dragones, o de otros animales que hubiera ido seleccionando a través de los siglos, porque este rey al ser inmortal, no dormía nunca. Cuando llegamos a las mazmorras, nos quedamos asombrados de que no fueran de hierro los barrotes, sino que eran serpientes vivas; se colocaban de tal manera que no permitían que nadie entrase o saliese. Por lo tanto, les dijo la frase para que se retirasen. Nos arrojó a una especie de lago, a veces subía el agua, otras bajaba, y tornaba de color, unas veces mugriento, otras parecía que se había teñido de color de la sangre, otros de color transparente. Horrorizados, no sabíamos como salir; decidimos que lo mejor sería intentar bucear y ver si había alguna salida y se pusieron a andar para poder escapar, pero apareció un pez gigantesco con unos colmillos como cuchillas. Aún así, lo conseguimos esquivar y salimos a flote, Luego, seguimos nadando hasta que llegamos a la orilla más cercana al pueblo donde antes avistamos la barca, Cuando llegaron, los aldeanos nos dieron agua y comida y nos dejaron la barca para que nos marchásemos porque creían que éramos unos auténticos heroes, porque todos los que entraban ninguno salía vivo de allí.

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