viernes, 1 de mayo de 2015

Obsesionado por los cádaveres

Hace cinco años, conocí a un hombre que lo que le gustaba era desenterrar muertos y llevárselos a su casa; los sentaba o los ponía en la entrada; hasta que un día un vecino, avisó a la policía y le encerraron en un psiquiátrico. Permaneció diez años.
Al principio se relacionaba con los demás y le gustaba cosas normales; conoció a una chica, estuvieron saliendo un año; sin embargo, ella rompió la relación, porque no estaba muy segura de continuar. Él comenzó a desenterrar de nuevo a los muertos; pero esta vez, le puso nombres. De nuevo un vecino llamó a la policía. Regresó al psiquiátrico; nada más llegar, asesinó a un celador; se escapó con él; continuó llamándole por su nombre de siempre Lucrecio, por su abuelo.
Se refugió con Lucrecio en una cueva, hasta que llegó el invierno y murió congelado.

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