lunes, 25 de mayo de 2015

Desaparecen por arte de magia (II)

A medianoche, sintió unos pasos, encendió la luz, salió al pasillo, bajó las escaleras, encendió la luz, pero tampoco, regresó a la cama.
Despertó a las doce de la mañana, a su lado, estaba tumbado su marido, a las dos, comió con su mujer, le preguntó lo que le había pasado ayer por la noche, pero no se acordaba de nada.
Esa misma noche, Isabel, sin saber como se hizo una brecha, la sangre emanaba desde la cabeza; intentaron telefonear, pero no había línea. La criada le desinfectó la herida, le dio puntos con una aguja previamente desinfectada, paró la sangre, le dio las gracias, se metió en la cama.
A la mañana siguiente, la herida se abrió de nuevo, descolgó el teléfono, pero continuaba sin línea, le volvió a desinfectar, le cosió.
A la tarde siguiente, la brecha desapareció, Llegó la hora de la cena, la niñera fue a buscar a Margarita, pero no la encontró en su lugar favorito, se le comunicó a su madre; interrumpieron la cena, buscándola por todas partes sin éxito.
Al alba, Margarita, entró en la habitación de sus padres, como si fuera un día cualquiera. Le preguntó donde se había metido y con quién, le respondió que en su lugar favorito con Jorge.
Isabel le contestó a su hija, mientras le acariciaba el pelo, que en la casa no vivía ningún Jorge. Anocheció sin ningún problema.

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