viernes, 27 de marzo de 2015

El Secuestro (IX)

Para suerte de Claudio, el que estaba apuntando se despistó y pudo escapar. No teniendo la misma suerte Hector. Él pudo llegar corriendo a través de la nieve de Zamora.
Cuando llegó, la comisaria estaba cerrada; los únicos policías que estaban de guardia le dijeron que no podían dejar su puesto.
Derrotado, decidió que esa misma noche, no sabía muy bien como pero iría detrás de ellos para salvar a su amigo.
-Como estamos atrapados y no podemos seguir en coche iremos a mi casa que tiene un sótano y allí le retendremos.- Propuso el que apodaban el bajo, porque era el más bajo del grupo.

-Estoy de acuerdo.- Aceptó Alvaro que era el jefe de la banda.
-Vamos, camina, le dijo uno de los hombres al cura a punto de pistola.
Mientras, Claudio, decidió que ya que no le podía ayudar la policía iría el mismo a Ronda para salvarle.

Cuando atravesaron por el camino de la iglesia que estaba nevado, Hector, intentó escaparse, pero como si disparaba, su jefe le mataría, pegó más la pistola al cura en el abdomen de la parte derecha.

Atravesaron la nieve con dificultad porque había sitios donde uno podía meter la bota hasta el fondo. Llegando por el camino empedrado que estaba helado y cercano al banco, se encontraba el amigo de Hector.
Ellos, como iban más atentos que no se escapase el párroco no le vieron. Aprovechó para seguirles y cortarles el paso por un camino que iba derecho a la casa a la que parecía que iban.

Cuando llegó, decidió poner a prueba, varias cosas que había leído. Como nos se acordaba de cuales eran, decidió aprovechando que tenía cuerda, alambre y otras cosas que había hallado en su casa, que no se acordaba para que lo había comprado.
En el preciso instante que empezaba a preparar todo, le dieron un golpe en la cabeza dejándolo inconsciente.
-Cambiemos de sitio, aprovechando que no puede seguirnos. - Ordenó Alvaro en voz baja al hombre que tenía la pistola, por miedo a que Alvaro los escuchase.

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