viernes, 27 de marzo de 2015

El Secuestro (VIII)

Cuando pensaban que los oía porque estaban bastante retirados, uno de ellos preguntó si me podían soltar. El jefe o eso supuso porque ninguno no dijo nada, respondió que se lo pensaría.
Le llevaron a su "querida" habitación, le dieron la comida y cerraron la puerta.
A la hora de la cena, o eso se suponía porque no había ninguna ventana, ni nadie decía que había que hacer un cambio, trajeron la cena.
Por suerte, se olvidaron de cerrar la puerta y aprovechó para escapar. Salió a la luz de la luna y se encaminó hacia la carretera, Por suerte, un hombre de mediana edad, le pudo llevar al monasterio de Covarrubias para saludar a los Franciscanos.
El trayecto fue muy ameno, porque el conductor era muy amigable y le gustaba mucho hablar, mientras, escucharon en las noticias en la radio, que mañana habría nevada en toda la zona norte.

El conductor, que tenía pensado pasar la noche en Madrid y continuar al día siguiente, comieron en un área de descanso y se pusieron en marcha.
Durante el trayecto empezó a nevar, a lo lejos vieron un santuario mucho antes de llegar a Zamora; el santuario según le contó Claudio se llamaba O Cebrerio fue fundado por San Giraldo en el siglo XIX.

Entraron por la puerta derecha, encontraron una capilla pequeña, Hector se puso a rezar. El conductor que no era creyente, pero por miedo que empezase a nevar más fuerte y hubiese una fuerte niebla y no se pudiese ver nada para conducir, decidió entrar.
Viéndole rezar salió a fuera, dando una vuelta encontró una trampilla, regresó dentro para llamar al cura y bajaron por las escaleras de piedra. En el sótano, vieron un armario, abrieron la puerta, ya que estaba medio abierta y allí encontraron en el interior una botella de vino y dos copas.
Estaban tan cansados que se sentaron en el suelo de piedra durmiéndose en el acto.
De repente, Claudio, escuchó unas pisadas, Enseguida le despertó, se levantaron en intentaron escapar. No pudiendo hacerlo, porque el más alto y el otro que era más musculoso los agarraron, Para evitar que se escapasen a punto de pistola, les obligaron a que subiesen delante de ellos

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