lunes, 23 de marzo de 2015

Secuestro (III)

En cuanto escuché esto, me quedé helada,¿cómo era posible que a un cura anciano le pudiesen secuestrar y discutir porque se había fugado?
El cura, nada más salir corriendo entre las estrechas calles y prácticamente si luz porque había luces que no funcionaban llegó a la iglesia, abrió rápidamente la puerta con un giro de llavín y subió  lo más rápido que pudo. Llamó a la residencia episcopal; enseguida mantuvo una breve conversación con el obispo y colgó. Preparó una pequeña maleta y se fue a casa de su hermana para pasar la noche.
A las seis de la mañana, cogió el primer autobús para ir a Coimbra, después de sucesivas paradas y muerto de miedo, ya que le estarían buscando a la hora de la comida.
Cuando llegó, el secretario le dijo que no estaba el obispo, nos se acordaba bien a donde se había ido; por lo tanto tenía terminantemente alojarle sin que le diese ninguna aprobación.

Como  tenía dinero, decidió probar suerte en la catedral Sé Nova que se encontraba muy próximo a la residencia episcopal. Aunque nadie le seguía, por si acaso decidió apresurarse.
Esta vez tuvo suerte y el cura, no solo le permitió que se quedase, sino que llamaría a un monasterio que estaba un poco más al sur para que no hubiera opción de que le encontrasen.
-¿Ha llegado Hector?
- No todavía no.
-Avíseme cuando lo haga, para poder recibirlo personalmente.
-Por supuesto, así lo haré.
Al rato de mantener el secretario con el obispo la conversación, entró en su habitación para telefonear.
-¿Alvaro?
-¿Sí?
-Soy el secretario del obispo, era para comunicarle que el párroco está aquí en Coimbra, como no lo he aceptado se ha marchado pero no sé adonde.
-De acuerdo.
Una vez que hubo colgado, Alvaro mandó a sus hombres que se preparasen, que se marchaban ahora mismo.

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