miércoles, 25 de marzo de 2015

El Secuestro (VI)

En el siguiente pueblo, el párroco no pudo ayudarles porque estaba dando la extramaunción a un moribundo, o eso es lo que dijo la mujer que trabajaba.
Continuaron hasta el siguiente pueblo, que era más cercano. Allí pudo el párroco darles comida y  alojamiento.
Permanecieron cinco días. El padre Sexto, se fue muy temprano a su iglesia, a las doce y media de ese mismo día aprovechando que era de noche se fueron.
Por suerte quedaba un pueblo más para llegar. Cual fue su desgracia que se había ido a un retiro con sus feligreses.
Siguieron andando hasta el monasterio. Llamaron con la cadena que colgaba de la campana.
Un Franciscano salió medio dormido a recibirlos. Les dio alojamiento que tenían para la gente que iba a Lurdes.
Al sexto día, Hector y Juan  que le había acompañado para que no se perdiese al irse el padre Sexto, fueron invitados a ir a Covarrubias que se hallaba en Burgos (España).
Sin embargo la furgoneta en la que pensaban ir se estropeó; se quedaron en el monasterio, pensando que estarían sanos y salvos de sus captores.
De madrugada las personas que le habían secuestrado la primera vez, lo volvieron hacer sin el menor ruido posible y sin que Hector lo supiese.
Al día siguiente amaneció en el mismo sótano que la otra vez, que era muy húmedo y lóbrego.

-Buenos días.- Dijo uno de los miembros con la cara tapada con un pasamontañas.
-Buenos días para algunos.- Respondió Hector.
-Estas aquí porque sabes latín, queremos que por tu propio bien colabores. De lo contrario te mataremos. Nos da lo mismo sino te gusta pero lo harás igualmente, estas son las reglas.
-Si la primera vez fallas, se te quitará el alzacuellos, si persistes, bueno ya lo irás viendo con tus propios ojos; ahora come que enseguida nos iremos. Se me olvidaba decirte que si deseas ir al servicio para alguna necesidad bien de ducharte o hacer tus propias necesidades te acompañaremos.

Una vez que hubo desayunado, le llevaron al servicio.

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