Javier un hombre rubio con ojos marrones, de uno ochenta, como hombre rico y de éxito, lo tenía todo; es decir, había salido con mujeres atractivas y las que no lo eran, sus notas eran sobresalientes o como muy bajas notables, los negocios le marchaban excelentemente.
Hasta ahora, nunca quería hablar de niños y menos de paternidad. Su última novia le habló de tener un hijo, lo rumió y aceptó pero ella no llegó a buen término y rompió con él porque le recordaba su embarazo.
Cuando superó ambas cosas comenzó a salir con mujeres y acostándose con ellas. Poco a poco, surgió el anhelo de tener un hijo. Por lo tanto pensó en adoptar. Antes decidió comprar un muñeco que lloraba y tenías que cambiarles los pañales; se encaminó a la juguetería; allí conoció a una mujer muy atractiva; así que desechó la idea de comprar uno; la invitó a salir, se fue a vivir con él. Al no quedarse embarazada la mató.
Así pues, retomó la idea de comprarse un muñeco, conoció a otra, se quedó embarazada pero durante el embarazo abortó. Cuando superó el aborto la asesinó mientras dormía.
Decidió comprarse un perro y una perra, pero no se hacía a la idea. Los alimentaba bien y los quería mucho, alimentó a los perros y a ellos.
Un día mientras los paseaba , conoció a una mujer de treinta años, tenía la misma edad y era muy atractiva.
Se fueron a vivir juntos; se quedó embarazada. A los nueve meses tuvieron un hijo; cuando empezó a hacerse la idea de ser padre, a los poco días murió.
Como no quería rememorar la pérdida, la ahogó en la bañera.
Esta vez decidió adoptar a un niño. Cuando adoptó al niño, a los pocos días, conoció a una mujer, tuvieron un hijo y esta vez creció; teniendo otro niño y al año una niña.
Ahora viven los seis con una tranquilidad excepcional
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