domingo, 29 de marzo de 2015

El Secuestro (X)

Enseguida empezaron a desandar todo el trayecto y se dirigieron al coche en el cual, habían venido.

Cuando llegaron, pusieron las cadenas en las ruedas que siempre llevaban por si acaso, puso la llave en el contacto y se dirigieron a Burgos.
Como la otra vez, el camino estaba tan lleno de nieve, que hubo un tramo que no podían continuar aunque tuviesen cadenas; así que aprovecharon una vieja cabaña que estaba deshabitada.

-Quiero que os quedéis. Por si acaso intenta escapar, aunque halla otros que estén fuera.

-Da lo mismo, lo he secuestrado no por el ritual sino por otra cosa.
Nadie hizo ninguna pregunta, aunque le extrañaba ese cambio de actitud y cambio de planes tan repentinos. Pensaron que cuando terminese todo harían las preguntas necesarias a su jefe y amigo.

Una vez que hubieron entrado, sus amigos y componentes de la banda no les podían escuchar. Retiró la pistola y comenzó a propinarle patadas.
-Esto por mi madre.- Dijo dándole una patada en el estómago.
-Esto, por decirla que la querías y no podías vivir sin ella.- Dijo propinándole otra patada.
-Deja que te lo explica.
-Hazlo antes de que me arrepienta.
-Verás, es cierto que quería a tu madre, pero una de tantas como cualquier adolescente, iba con mis amigos y nos salimos de la carretera; el conductor que era un inexperto ya que acababa de sacarse el carnet, le falló los frenos y tuvimos un accidente. Ni tampoco ningún recuerdo anterior.

-¿Te crees que me creo, que no te acuerdas de nada?- Dijo dándole otra patada, en el estómago.

-Es así, sino no me habría metido en el seminario y no me hubiera ordenado sacerdote.

Sin saber como, apareció un lobo, entonces, el hijo del cura, se alejó, frotándose las manos de la suerte obtenido, sin mirar atrás.

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