viernes, 17 de abril de 2015

La boda de María y Pablo (VI)

-¿A que hora vas a ir?
-Creo que a las cuatro aprovechando la siesta de Pablo.
-Perfecto, así te recojo y si te apetece me acompañas a ver vestidos.
-No gracias, prefiero irme yo sola, por si no se duerme, así no me llevar el vestido y los zapatos.
-De acuerdo, si no vienes, avísame.
A las tres y media, como todos los días Pablo se tumbó en el sillón y se quedó dormido;  enseguida me fui con mucho cuidado de no despertarle, cogí el vestido, los zapatos, las llaves y me fui.
Llegué a las cuatro como prometí a mi hermana, dejé el vestido colgado, los zapatos abajo del armario, di un beso de despedida de mi madre y a mi padre y nos fuimos; una vez que mi hermana ayudó a colocar a mi madre la estantería.
-María ¿has comprado los vestidos de los pajes?
- Con tantas cosas que tenemos que preparar, no me he dado cuenta.
-No te preocupes, aparte de mirar el vestido, también miraremos los trajes de los pajes.
Cuando aparcamos en el parking subterráneo del centro comercial, miramos el número de la plaza, subimos por el ascensor que nos dejaba dentro.
A la derecha encontramos una tienda de niños, estuvimos mirando distintos modelos, pero ninguno nos gustó; por lo tanto seguimos andando.
En la tienda de la derecha que había una joyería; solo encontramos el bolso y los zapatos  y el tocado que pensaba ponerse en un recogido.
Después de dar vueltas mirando los escaparates, no vimos  ningún vestido que le gustase, ni tampoco el de los pajes.
Mi hermana, después de aparcar el coche cerca de casa de nuestros padres, me preguntó si quedábamos mañana, le respondí que no, porque al día siguiente sobre todo por la mañana, no podía porque tenía la prueba de maquillaje y peluquería.
A la mañana siguiente temprano me levanté para desayunar, porque a las once tenía la prueba de maquillaje.

A las once y cinco llegó, preparó todo el material, me senté en la cocina, ya que a diferencia que la casa de mis padres no tenía tocador.

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