domingo, 12 de abril de 2015

Todo aquel que se pudiese hablar

Manuel era un hombre de cincuenta años, con una gran calvicie frontal, de estatura media. Nuestro amigo, que estaba recién divorciado porque llevaba dos años en el paro y no buscaba ningún empleo; se aburría en casa, por lo tanto su único entretenimiento era llamar por teléfono a todos los números que eran gratuitos; es decir, pintores que te daban un presupuesto sin compromiso, fontaneros.... Todo aquel con el que se pudiese hablar. Hasta que un día, llamó a una tienda de pesca y su hijo que hacía mucho tiempo que no le veía ni hablaba, le reconoció la voz; pidió una nueva caña de pesca; un traje, una cesta....; además de que se lo llevasen a casa; su hijo, le llevó todo lo solicitado; también una escopeta y le pegó un tiro, porque le había pegado a él y a su madre; luego lo descuartizó, metió todos los trozos y se lo llevó a su madre en un saco.

La madre cuando abrió el saco, no quiso volver a casarse, viviendo así el hijo y la madre solos.

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