jueves, 13 de noviembre de 2014

¡ Ni una sola baja!

En la almena del castillo, atacaba uno de los soldados árabes a un soldado cristiano, al mismo tiempo , los otros soldados, destrozaban la puerta del castillo con un ariete. El rey, esperaba con sus tropas en la zona sur que tenía arriba una virgen  de madera. Con un escudo, y dos pequeños balcones que tenían ventanas cerradas, por el otro lado, había un escudo con una águila y dos ángeles, un poco más abajo tenía un balcón grande con dos arcos y dos pequeños balcones a cada lado, más abajo tenía un gran arco con piedra; subieron hasta llegar al monasterio, que tenía una cruz arriba con un arco.

Una de los monjes miraba al exterior para ver si necesitaban ayuda; arriba en el medio se encontraba un hombre en el balcón vigilaba atentamente al enemigo tenía debajo un escudo; en el lado derecho estaba la iglesia, donde, seguramente, las gentes, no rezarían por el terror que les amenazaba, gracias a los árabes. Muy cerca se encontraba el convento que tenía un hospicio para los niños huérfanos  por la invasión.

Enseguida asomó las patas de un caballo árabe con su atroz jinete que blandía un sable, gritando antes de cortar la cabeza al enemigo; el soldado cristiano blandió la espada con las dos manos hiriéndole en el costado derecho cayendo del caballo, otro jinete le remató, atravesando con la  lanza el corazón, expirando en el acto.

Otro caballo intentó saltar por encima del cadáver doblando las patas delanteras haciendo que el jinete cayera hacia adelante.

El sol se alejó dando paso a la noche, convirtiéndose la batalla más sangrienta hasta entonces vista. Ganando la batalla los árabes. Entrada la madrugada la batalla se alejó fuera de la villa; los soldados pernoctaron, pero los cristianos se acercaron sigilosamente asesinando al califa y a los soldados que permanecían en la tienda de vigilancia. Enseguida uno de los soldados que pasaba por allí dio la voz de alarma, levantándose para atacar, no dándoles tiempo a los enemigos. Esa misma noche se rindieron.

A la mañana siguiente, muy temprano, comenzaron las capitulaciones no finalizando al mediodía en la tienda del rey, les entregaron las llaves, una bolsa con monedas de oro y un cofre con piedras preciosas.

Cuando terminó se celebró una gran fiesta, ya que los moros no solo consiguieron conquistar Toledo, sino que, ellos consiguieron la victoria de: Granada, Sevilla y Ceuta. ¡Ni siquiera una sola baja! Lo más importante de todo

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