sábado, 8 de noviembre de 2014

¡Que suerte tienes!

Eran las siete de la mañana, un aburrido día, es decir, como cualquier otro, me encontraba en el paro con una duración hoy exacta de seis meses; cualquiera que me oiga me dirá que es poco,  pero para para mí que soy  una persona que soy activa era mucho.

En realidad lo que tenía que comentar, era que sentado en una silla alta, en un bar un poco mugriento, leyendo el periódico, con algo parecido a un café; encontré dos ofertas de trabajo que me llamaron la atención.
La primera que se necesitaba a un escalador profesional para una demostración, para que la gente se diese cuenta de lo fácil y divertido que era.
Buscaban a un chico de veinte años, con experiencia de diez años, a jornada completa, para el mes de septiembre. El salario no lo indicaba.

El otro era de un guía que también tenía que saber escalar y montar a caballo, con diez años de experiencia para los meses de marzo, abril y mayo.

Llamé al primer número, me entrevistaron, aceptándome para incorporarme a principios de septiembre.

Cumplido el mes de septiembre, me volvieron a llamar porque fue un éxito, esta vez, me colocaron para siempre como monitor y para las salidas de escaladas en la sierra cuando hubiese.

Mis amigos al comentárselo, exclamaron, ¡que suerte tienes! Yo les respondí, no os quejéis, que vosotros mantenéis vuestro empleo

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