sábado, 14 de febrero de 2015

Relatos de boda de Maria y Pablo (III)

Un día antes de ir al cumpleaños de mi amiga Elena, nos pusimos a elaborar la lista de bodas, al hacerla nos dimos cuenta que eran bastante invitados, pero nosotros esperábamos que no fuera todo el mundo. En caso contrario, solamente se casa, una sola vez.
Al día siguiente, aprovechando el cumpleaños de mi amiga Elena, se lo comuniqué a ellas; para no tener que ser el centro de atención lo hice antes de que comenzase la fiesta.
Aprovechando que yo no estaba,  mi novio quedó con sus amigos para tomar unas cervezas para decírselo.
El jueves   estuvimos mirando invitaciones de boda, tanto en internet como en papelerías o imprentas.
El viernes fue día de chicas, estuvimos en varias tiendas pero ninguno me gustaba.  
El sábado descansamos de los preparativos de la boda, yéndonos al cine.

El lunes encontramos varios restaurantes que podían estar bien por internet.
El sábado nos acercamos a varios restaurantes. El que más nos gustó fue Los Salones Picris, estuvimos en uno de los Salones Vips, que tenían un arco con flores rojas y blancas, con manteles blancos y los bordes rojos, las copas eran con motivos florales, la cubertería hacía juego. Luego fuimos a ver las tarjetas de invitaciones de boda, la que nos gustó fue una que parecía como si hubieran quemado los bordes y por dentro tenía un gran corazón, en donde podías poner el nombre de la persona. Encargamos varias para que nos hiciesen porque solo se hacían de encargo.
El viernes encontré varios vestidos que me gustaban de un catálogo, pero sin embargo no me gustaban como me quedaban.
El sábado descansamos de los preparativos  haciendo ejercicio.
Al viernes siguiente  encontré por fin mi vestido de novia; así que no me lo pensé dos veces y me compré el vestido, pero lo dejé en la tienda para la prueba.
Me dieron la primera cita para dentro de un mes, se me había olvidado que el día que compré el vestido también aproveché que me gustaba  el velo con encaje  y la tiara con piedrecitas, me encantó porque era  flexible y las adquirí en la misma tienda.
 Después mis amigas me acompañaron a comparar precios de maquillaje y peluquería. En esta ocasión fueron bastante caros; por lo tanto tuve que irme.
Al cabo de dos semanas, encontré una peluquera y maquilladora que sus tarifas eran bastante asequibles, por lo tanto como la vez del vestido y  de las tarjetas no me lo pensé y pedí cita para maquillaje y peluquería.
Al mes me hice la primera prueba del vestido, de pecho me quedaba enorme, así que tuvieron que ponerme alfileres para meterme, también lo tuvieron que hacer en los bajos y en la espalda.
  Aprovechando que teníamos que subir a la planta primera que era donde se encontraba los zapatos,  estuve probándome varios, quedándome uno que tenía un tacón de aguja de cinco centímetros,  les conté que acababa de terminar la prueba del vestido y que quería aprovechar para que me lo forrasen con el mismo tejido.
Luego subimos a mirar los vestidos de las damas de honor que eran mis amigas,  me gustaron varios, pero a la hora de la verdad, el problema es que no a todas les sentaba bien el mismo. Por lo tanto  nos fuimos con las manos vacías.
Aprovechando que era temprano entramos en varias tiendas pero ninguno nos gustaba;  seguimos mirando escaparates pero no nos hacía ninguna gracia.

El viernes siguiente miramos en una tienda que mi amiga Elena había escuchado que en una tienda de vestidos de fiesta que era nueva, había modelaje de vestidos únicos a muy buen precio.
Quedamos en recogerla a las cinco en la salida de su trabajo para que nos llevase. Llegamos en el preciso momento en que subían el cierre y abrían la puerta. La dependienta muy amable nos permitió entrar mientras nosotras hojeábamos  la ropa que tenían, nos gustó bastantes modelajes;  cogí el primer vestido y acerté a la primera,  a todas las sentía perfectamente.  Este consistía en un sencillo vestido con distintos tonalidades de rosa,  con una cinta para atar al cuello, con una pequeña cola atrás que cae por detrás. Los zapatos que tenían eran muy clásicos, por lo tanto pagué los vestidos.
Pensando  en que tienda podríamos ir, me acordé de que tenía guardado en mi bolso,   publicidad de una tienda de complementos de fiesta, que el día 30 o sea hoy a las once de la mañana, lo inauguraban.
Montamos en el coche de Elena para irnos hasta Madrid que era donde estaba la tienda nueva.
Para aparcar fue bastante complicado, por lo tanto después de dar varias vueltas, nos dirigimos a un parking.
Una vez que dejó el coche, subimos por el ascensor hasta el exterior. Miramos el nombre de la calle donde estábamos;  luego miré el nombre de la calle en el mapa que había,   me di cuenta de que solo había que girar a la derecha.
La tienda era bastante grande, nos gustó bastantes bolsos, lo único el color;  por lo tanto me acerqué a una dependienta y le pregunté por si había más colores. Me respondió que sí pero tenía que encargarlo y que tenía que pagar un pequeño extra. Le pregunté si tenía que hacerlo ahora o no, me respondió que sí. Le pagué lo que me indicó, después de darme el ticket me comunicó que lo tendría listo dentro de dos semanas.
Pasadas las dos semanas, me llamaron al móvil, en el preciso instante en que me iba a probar el vestido por segunda vez.
  Nada más colgar, entré en el vestuario para probármelo; la modista por temor a meterme demasiado, lo hizo de tal manera, que parecía que no hubiera hecho nada, por lo tanto me tuvo que colocar de nuevo los alfileres.
Salió la modista con el alfiletero y con el metro, e indicó a sus compañeras que entrasen para ayudarme a cambiarme. Con mucho cuidado, me ayudaron a quitármelo para que no me pinchase. Una vez que me lo quitaron, me dieron la bata y salieron para que me pudiese poner la ropa que traía.
Fuera del probador me esperaban mis amigas para ir a la tienda; después salí del probador con el bolso y subimos por las escaleras de todos los días.
Antes de ir a la tienda fuimos a la gasolinera, porque Sandra que hoy había traído el coche, no se había dado cuenta de que no tenía gasolina.
Nos armamos de paciencia porque había bastantes coches esperando,  el lado izquierdo que era donde necesitábamos los coches avanzaban más despacio que la fila de la derecha.
Pasada la media hora los coches avanzaron, dándonos paso a nuestro coche.
Esta vez, por suerte fue mucho más fácil aparcar; por lo tanto llegamos enseguida porque sabíamos ya a donde dirigirnos.
Cuando llegamos, la dependienta que nos atendió la otra vez, parecía que nos estuviese esperando, pues, antes de tener que preguntar por ella se acercó para atendernos. Nos hizo esperar un pequeño periodo de tiempo, porque enseguida vino con los zapatos y bolsos, para ver si era de mi gusto. Le dije que todo estaba perfecto y nos fuimos.
Mis amigas sin decir yo nada se acordaban que dentro de poco era mi cumpleaños, me llevaron a un sitio que  tenía ropa interior provocativa, sin yo decirla nada, me respondieron que querían que fuera un regalo especial, no el clásico vestido o bolso,  así que después de mirar varios modelitos, escogí varios, para mi luna de miel. Es decir, un corsé blanco de encaje atado con cintas por detrás, con unas medias de silicona.
A la semana siguiente, me llamó mi madre para preguntarme si la acompañaba para ayudarla a comprar el vestido, quedamos para el domingo, porque  abrían las tiendas de los centros comerciales.
Después de estar todo el día en el centro comercial no encontró nada, por lo tanto, decidimos que tendríamos que quedar otro día entre diario por la tarde, antes de despedirme de mi madre, quedamos para el viernes a las cinco.


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