lunes, 19 de enero de 2015

Antiguo presente

Como anciano que soy, no entiendo a los jóvenes, no los entiendo, hoy te dicen que quieren protección y mañana libertad, vosotros, os preguntaréis ¿que dice ese loco? Ahora lo entenderéis.

Cuando yo tenía cuarenta años, unos jóvenes de dieciséis, se pusieron a vender droga delante de la tienda yo trabajaba, una tienda de ropa hippy, pero claro, un día vino el problema; asesinaron a un adolescente a las dos de la tarde, con una navaja. Nos tomaron declaración, enseguida nos dejaron marchar.

A los dos días asesinaron a mi compañero que sabía que consumía droga, de nuevo tuve que ser interrogado.
A las tres semanas, un camello fue asesinado mientras compraba unos pantalones en la tienda.

Como siempre, me interrogaron, nada más irse la policía, me asestaron una denuncia, pero no sabía quien era mi agresor porque tenía un pasamontañas.Decidí que lo mejor era dejar de trabajar en esa tienda.Así pues, al cabo de dos días, me intentaron asesinar de nuevo, por lo tanto, opté por dar la vuelta a la tortilla; esperé pacientemente en mi casa, con un gran cuchillo de cocina, debajo de la almohada cuando dormía, si no lo hacía me lo llevaba a todas partes.
Alrededor del mes, mi paciencia fue  recompensada, asesiné al hombre que me intentó atacar y decidí, que por hacer algo de arte, podía pintar con su sangre un lienzo y su cadáver exponerlo en mi terraza, colgado con unos clavos, con las piernas abiertas y los brazos también.
Como me gustó esto, decidí que lo continuaría haciendo, uno de los jóvenes del barrio, al ver como mataba a otra persona, me dijo, ¿quieres que te ayude?
Al día siguiente empece con mi ayudante. Hasta que ya muy mayor me he cansado de tanta correría.




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