lunes, 19 de enero de 2015

En paz y armonía

El historiador ateniense Túcides nacido en el 465 a.c. estaba cómodamente sentado en una silla de su habitación detrás de su escritorio, con las ventanas abiertas mientras escribía su Historia de la Guerra del Peloponeso, aunque no se acordaba muy bien tuvo que dejarlo hasta el año 411 dejándola incompleta, por ello solo pudo escribir el libro I que constituía un prólogo en el que se contaba como Grecia llegó a dividirse en dos bandos enfrentados, los rasgos principales fueron:
Hizo una historia contemporánea, centrada en su patria, racionalista y crítica, centrada en el hombre, se atuvo a una organización plenamente cronológico para que su historia fuera objetiva. Predijo el presente al mirar al pasado. Los diálogos se los inventó, su lengua era la ática.
Se acercó el criado para traerle el desayuno. Nada más salir, entró su amada esposa, flor ateniense, como él la llamaba, para anunciarle la feliz noticia, es decir, estaba embarazada.
Túcides hizo los preparativos para festejarlo con una gran fiesta.
A los dos días, después de que el último invitado se hubo marchado de su casa por la fiesta se hubo marchado de su casa por la fiesta, uno de los cocineras,  se cortó las muñecas con un cuchillo, porque estaba cansada de este mundo.
Al día siguiente, se escuchó rumores de que lo que había pasado realmente era que había matado a una persona.
Al cabo de dos días uno de los criados, asesinó al panadero que hacía pan para Túcides.

A la semana, la esposa del panadero mató al criado.
Cansado Túcides de tantas redecillas, echó a todos los criados, compró esclavos para quitarse de problemas, la única que quedó fue un ama de cría para su esposa.

Así fue como pudo descansar, hasta el final de sus días, es decir, en paz y en armonía.

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