viernes, 9 de enero de 2015

Una narcotraficante que se asesina

- Oye, no es esa...
-Mejor dicho, era, porque ese es su cadáver.
Al acercarse se dio cuenta de que le habían atropellado.
El policía más cercano, llamó a la Policía Nacional, los investigadores, después de acordonar la zona, vieron una colilla, un paquete de cigarrillos de Fortuna 24, una gorra azul, en el lateral derecho.

En la sala de autopsia, cortaron la ropa, se la llevaron a analizar, igual que un poco de pelo, las uñas ya que entremedias tenía restos de pelo.
También se dieron cuenta de que tenía múltiples moretones, entre ellos en los muslos.

Mientras que analizaban la ropa, fueron al gimnasio donde impartía clases de aerobic. Le respondieron que hacía una semana, le dieron una baja porque tenía problemas con el embarazo, además de con el instructor de pesas, porque no quería entender o no entendía como era posible que estuviese saliendo con un camarero. Preguntaron por el instructor pero le respondieron que lo sentía mucho pero que estaba de vacaciones, aprovecharon para preguntar por los demás compañeros, le respondieron que también con un hombre que vendía drogas, aunque no entendían ese cambio de actitud tan repentino, porque como buena deportista, cuidaba su imagen, su salud y estaba en contra de las drogas; hasta  hace apenas unas semanas,
justo cuando conoció al nuevo hombre con el que salía.

Se acercaron a hablar con sus padres, estos volvieron a contar lo mismo, la única novedad fue que cuando tenía quince años si consumía un poco de droga pero no engancharse de verdad,  porque los amigos que tenía eran deportistas.

Nada más llegar a la comisaría, les comentaron que el presunto asesino era una mujer de unos cuarenta años y pelirroja. Según comenzaban a revisar los perfiles se dieron cuenta de que la mujer que daba ese perfil era una narcotraficante y que también llevaba una red de prostitución, por suerte hacía pocos meses que su condena acababa de expirar; vivía cerca de donde residía el monitor de gimnasia.

Fueron a hablar con ella, uno de los vecinos les comentó que no se molestase en llamar, porque no se encontraba en casa. Al bajar al coche, observaron que el cuerpo, estaba tirado sin vida en el callejón donde tenían el coche.

Llamaron para que sacasen  el cuerpo a varios agentes de a pies; una vez fuera, pudieron constatar de que la mujer tenía varios cortes en las muñecas y en el cuello.

Cuando vino el forense, determinó que llevaba veinticuatro horas muerta. Entre las manos  tenía una pistola. Antes de llevársela la registraron, en el bolsillo derecho, tenía una carta admitiendo, haber asesinado a Marinela, por no haberla pagado y a otros muchos, por ello, como sabía que la policía y su otro "contrincante" la estaban buscando, decidió "quitarse de enmedio".

Una vez hubieron levantado el cuerpo, la nota la examinaron y la resolución fue clara, la nota fue escrita por ella.

El caso había concluido satisfactoriamente y rápidamente

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