lunes, 5 de enero de 2015

El pueblo de los ladrones

En un pueblo donde los ladrones solo salían de noche y con la luz de las estrellas, una carroza pasó por allí muy temprano; al no ver a gente le preguntó a una mujer que donde estaba todo el mundo, ella le respondió que se alejase lo más rápido de allí, porque este pueblo maldito se decía que una horrible bruja, había maldecido a todos los del pueblo, convirtiéndolos en ladrones. Únicamente  podrían salir de noche y con las estrellas; ella como buena pitonisa, predijo que esa noche habría estrellas, por ello, él al ser hombre, debería marcharse enseguida del pueblo.
Aunque no creía en esas cosas, mandó al cochero que se alejase rápidamente de allí. Ella continuó con su vasija para recoger agua de la fuente.

Por la tarde, pasó un pastor, teniendo la mala suerte de que se quedase dormido, mientras las ovejas pastaban.
Nada más abrir los ojos, vio el filo de la navaja en el cuello; gritó pero nadie le socorrió, sus ovejas habían sido robadas; además el queso y la bota de vino. Para mayor seguridad le asesinaron a sangre fría, dejando el cuerpo inerte debajo de la sombra del árbol.

Por la mañana, el cuerpo había desaparecido inclusivamente los ladrones.
Esa misma noche, como llovía tanto, ningún ser humano estaba en la superficie.

A las dos semanas, hubo un fuerte vendaval, evitando que una mujer no pudiera lavar la ropa en la fuente.

A la tercera semana, haciendo una noche grandiosa noche estrellada y calurosa, una pareja, estuvo paseando, a él iban a robar, pero uno de los ladrones, se enamoró de la mujer. El novio al no saber que hacer, miró al otro lado al darse cuenta de los arrumacos que se hacían y de las carantoñas que se profesaban. Ese amor puro, produjo, que todo lo que había en el pueblo, volviese a la normalidad.

El hombre que había acompañado a la joven desapareció.

Ella, por el contrario se casó con el mercader que se había convertido.
Gracias a ello el pueblo comenzó a ser próspero y todo el mundo pudo vivir en paz, de día y de noche, paseando tranquilamente y pudiendo admirar las maravillosas estrellas, tumbados en el campo.

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